De La Viña a Salta y Salta.
La tarde que se avecinaba en La Viña estaba sospechosa, pegajosa, el cielo bastante oscuro.
Sospechando lo peor, luego del procedimiento de rutina la policía nos envió al complejo deportivo municipal. Finalmente conseguimos que la encargada nos prometiera las llaves de una de las piezas para descansar esta noche con la condición de que debíamos esperar hasta la 8 p.m. a que llegara quien tenía las llaves.
Para no hacer más largo el asunto esta persona nunca llegó y ya como a las 11 p.m. con una lluvia más o menos fuerte decidimos armar la carpa ya que los mosquitos comenzaban a hacer de las suyas. La noche fue fresca, agradable y muy tranquila cuando logramos desterrar al último mosquito que se nos había colado en la carpa.
La mañana siguiente del 14 de octubre, amaneció cubierta, despertamos con las voces de la gente de vialidad que estaba allí también en el complejo deportivo donde se alojaban normalmente. Allí les devolvimos los dos colchones que amablemente nos habían ofrecido junto con almohadas y prestado estos caballeros la noche anterior al ver que las llaves que nos habían prometido no llegaban y que nosotros sin objeción ya estábamos aprontándonos para pasar la noche en el frío y duro piso del lugar.
La primera actividad de este día, fue ir a la municipalidad de La Viña para conseguir transporte, sin ningún problema y de una forma muy práctica nos dieron las indicaciones con el horario y el lugar donde debíamos esperar al camión que JUSTO ese día salía rumbo a la ciudad de Salta sobre la tardecita.
Ya que era muy temprano para hacer correr la aguja más de prisa salimos a hacer una ronda a varios lugares en donde nos dieron salchichas (panchos-hot dogs) latitas de paté las cuales en comercios vecinos fuimos canjeando por alimentos que nosotros sí consumimos como yogurt, pan, leche, etc.
Una vez terminada la ronda nos fuimos con nuestra útil 9 mm. y todo nuestro cargamento a la plaza central justo frente a la municipalidad de este agradable pueblito a disfrutar de nuestro botín, mientras estábamos allí bebiendo nuestro yogurt y comiendo algún pancito se acercó un funcionario de la municipalidad a decirnos que el viaje a salta se había adelantado y saldríamos en menos de una hora en vez de tres horas como nos habían dicho.
Tranquilamente terminamos de disfrutar de lo que hacíamos y nos fuimos a la parte trasera de la municipalidad a subir nuestro equipaje al camión que ya estaba esperando la hora de salida cargado con las sillas de plástico que debían devolver a la capital de esta provincia.
Finalmente salimos de La Viña previo levante de otros dos peregrinos locales que hacían dedo en dirección a Salta, uno de ellos se sentó en una silla y luego de un “buenos días” no se le escuchó más en todo el viaje. Análogamente conocimos a Pedro Alegre; nuestro otro compañero de viaje, un folklorista y fanático del mejor cantautor uruguayo; Alfredo Zitarrosa, nos contó muchísimas anécdotas sobre el oscurísmo pasado de Coronel Moldes, su pueblo natal, nos cantó también acapelaa una canción que recién terminaba de escribir y hasta nos demostró lo patriota y tradicionalista que era que cada uno de sus 11 hijos (con tres esposas diferentes) fue nombrando y explicando lo que cada uno de sus nombres en lengua mapuche significaban.
Justo antes de bajarse en su ciudad nos comentó que éramos bienvenidos a su casa que actualmente era su hogar y era un museo un poco rústico, pero original al fin de cuentas en el cual se exponían algunas piezas como morteros, puntas de flecha, urnas y demás objetos centenarios.
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S A L T A
Lloviznaba y Jason ya confirmaba su paradero en la ciudad capital de Salta.
26 km. más adelante nos encontramos ya con algo similar a una autopista con varios carriles, indicaciones y una pequeña llovizna que con la velocidad y viento en frente confundía con lluvia.
Dejándonos el camión a muy pocas cuadras del centro decidimos ir al ministerio de turismo para comenzar el ya viejo y conocido ping pong, de un lado hacia el otro, hasta que finalmente y sólo gracias a la 9 mm. se nos concedió por una noche alojamiento en el complejo deportivo Luís Güemes.
Esperamos un par de horas aprovechando por supuesto de hacer una ronda en la zona circundante esperando que llegara nuestro anfitrión, el encargado general del alojamiento de dicho sitio, el Sr. Raúl Arancibia.
Alrededor de las 6 p.m. llegó dicho caballero y nos recibió muy carismáticamente como si nos hubiera conocido de toda la vida, nos explicó que a pesar de que telefónicamente le habían solicitado sólo una noche, nos podíamos quedar hasta el viernes 17 abandonando en la mañana la habitación “C”, ya que desde el jueves en la noche comenzaría a recibir otros huéspedes para alojarlos por todo el fin de semana. Agradeciéndole y una vez acomodados en la pieza decidimos ir en busca de Jason al campamento municipal para que nos acompañara en nuestra nueva morada ya que el sí estaba pagando.
Luego de atravesar toda la ciudad, llegamos y sorprendidos nos dimos cuenta de que estaba su carpa e incluso hasta la bici, pero no estaba él. Le dejamos el mensaje con algunos artesanos que también acampaban allí y lo habían visto. Luego nos marchamos.
Rápidamente se vino la noche y mientras buscábamos un comercio que vendiera a nuestro fiel amigo, a pocas cuadras del lugar encontramos un Carrefour (cadena internacional de supermercados) que con un buen precio nos sacó del apuro a 3.75 pesos argentinos el kilo de arroz integral “Molinos Ala”.
Luego de comernos una tacita junto con parte del botín recaudado en La Viña nos dispusimos a recostarnos.
A la mañana siguiente y muy temprano un simple toc-toc anunciaba la llegada de Jason quien había recibido del mensaje y sólo con su bici se había presentado allí.
Comimos algo juntos y él fue a buscar sus cosas. Cerca del medio día nos encontrábamos con él para comenzar a investigar esta ciudad de la que tan bien nos habían hablado, incluso hasta antes de salir de Uruguay.
Parte de las tareas que nos auto-adjudicamos fue acompañar a Jazmín al consulado de Chile para que retirara su bendito pasaporte y C.I. que debía ser enviada desde Chile a Salta (Argentina) hace alrededor de un mes atrás.
Los tres quedamos sorprendidos cuando le informaron que ahí no había nada. Mientras pensábamos que hacer fuimos al ministerio de cultura para intentar conseguir descuentos para alguno de los museos y/o actividades que hubieran allí en Salta.
Al explicar la situación a la recepcionista y ver la cara de haber desayunado un vaso de jugo de limón que estaba poniendo, Pablo sacó nuestra 9 mm. y la encañonó hasta que la señora nos envió a hablar con la secretaria del ministerio de cultura.
Esta puso la misma cara e incluso el compañero de escritorio que estaba allí sugirió, en un comentario por lo bajo pero perfectamente perceptible, de que estábamos pidiendo un imposible.
Allí los 3 paraditos con nuestro precario y desgastado atuendo (el único que tenemos) y nuestras humildes apariencias con más de un pelo fuera de lugar, sin más nada que perder y con el NO en el bolsillo, nuevamente volvimos a presionarla usando nuestra 9 mm. de papel de diario tucumano.
Considerando que estábamos en horario de almuerzo (obviamente fuera del horario de oficina del interior de Argentina) presenciamos los lamentables, tristes, pero productivos efectos que sucedieron tras sacar de un bolsillo una hoja de diario un poco rota, mal traída, descuidada y desgastada de un no mejor cuidado bolsillo.
(brevemente describiremos lo que sucedió en las siguientes dos horas al leer la nota realizada en el Tribuno de Tucumán hace 2 semanas atrás)
La secretaria del ministro levantó su mirada dividiéndola en tres, nos pidió unos minutos y se adentró en otra oficina. Muy pocos minutos después salió acompañada del Sr. Ministro Gregorio Caro Figueroa sobre quien media hora antes nos aseguraron que ni siquiera su secretaria nos podría atender.
Con mucha simpatía y con nuestra nota en su mano, delante nuestro, luego de presentarse y conversar con nosotros un tiempo considerable, dejó la orden a su secretaria de que le hiciera las gestiones necesarias para conseguirnos entrada 100% gratis en todos los museos que nosotros quisiéramos conocer y dependieran del gobierno (estatales).
Así mismo le pidió, luego de nuestro consentimiento a José Acho; el periodista, compañero de escritorio de su secretaria, que nos hiciera una nota.
José Acho no solamente nos hizo una muy linda nota interesándose aparentemente no sólo por el viaje sino por lo que detrás de él se escondía detrás de estos tres rostros, sino que en todo momento fue muy simpático y mientras su secretaria, Roxana nos iba confirmando las entradas gratuitas, él investigaba y ahondaba en nuestra filosofía de viaje. Muy amable y simpáticamente llamó el mismo al diario El Tribuno de Salta para que nos hicieran una nota telefónica y coordináramos horario con el fotógrafo que esa misma tarde iría al complejo deportivo a hacer su labor.
De allí y ahora sí, siendo las 4 PM. horario en el que el MAAM (museo arqueológico de alta montaña) abría sus puertas al público, nos despedimos de nuestros nuevos amigos y fuimos para allí.
Ahorrándonos US $ 3 cada uno (que igualmente hubieran valido la pena gastar) entramos al museo. Sin mucha explicación, nos reconocieron en breve y nos dieron los folletos. Seguidamente nos mostraron donde comenzaba el recorrido y nos dieron la bienvenida.
Luego de dos horas allí dentro es imposible describir con palabras los pensamientos, emociones, escalofríos y sensaciones que allí sentimos.
El audio que allí se emitía en quechua de aparentes padres enseñándoles a hablar a sus hijos en su lengua nativa, la música y finalmente, pero por supuesto no menos importantes, las dos criaturas momificadas que era imposible de creer tenerlas en frente.
Con sus manitas, su piel, sus ropajes totalmente intactos se podían apreciar de tan cerca que hasta los pliegues de la piel en las regordetas muñecas, el dibujo del tejido de la piel se apreciaba perfectamente y sin ningún esfuerzo.
Se exhibían allí también cortometrajes en distintas salas contados por los protagonistas del accidental hallazgo en el cerro Llullaillaco, (http://www.maam.org.ar/), y explicaban en estos como había transcurrido el proceso desde su comienzo hasta dar con las tumbas momificadas a 6600 m.s.n.m. en este Cerro argentino-salteño a uno 30 grados bajo cero.
Finalizando el recorrido, con un poco de historia y para no olvidar lo que Miguel nos enseñara en el museo Pachamama en Amaicha y Zulema nos repitiera en las Ruina de Quilmas, salimos de allí, algunos de nosotros un poco y otros muy conmovidos, reflexionando hacia nuestro interior y sintiendo un profundo respeto por quienes pisaron estos suelos hace miles de años y sin ningún tipo de equipamiento lograron sobrevivir hasta la colonización….
En la vida cotidiana, en la carrera de la casa al trabajo, en la triatlón del estudio y responsabilidades que adquirimos por elección, no nos acordamos de regalarnos algunos minutos para pensar en nuestras raíces y quizás sí tenga razón Horacio de la comunidad Chamalú (en Atlántida, Uruguay) tal vez sí tenga razón Roberto de G.P.L.P. en Tafí del Valle, (Tucumán, Argentina) de que debemos volver a nuestras raíces para comprender nuestra propia y más profunda identidad.
Fue Pablo más que Jason y Jazmín quien se sintió más tocado por esta experiencia y sin razón aparente se mantuvo en silencio casi el resto del día.
Creemos saber quienes somos, creemos tener la certeza de donde venimos y algunos hasta aseguramos hacia donde vamos, es más, podemos llegar incluso a afirmar nuestro destino y el ajeno sin temor a equivocarnos y no nos explicamos casi ninguno de nosotros cómo suceden estos procesos Si seguramente, (como decía Roberto en Tafí del Valle), estos ocurren programados por nuestra educación occidental-europea instalada, impuesta desde la más inocente edad, entonces, ¿cómo no nos damos el lujo de conectarnos con nosotros mismos, con nuestra esencia algunos minutos por día sin tener una taza de café, la TV., un libro o cualquier otra forma de escapismo a la que nos aferramos para desesperada e inconscientemente evitar descubrir nuestra verdadera IDENTIDAD?
El viernes 17 de octubre debimos abandonar nuestra guarida temprano.
Comenzamos nuestra búsqueda de alojamiento y para no darle muchas vueltas al asunto terminamos finalmente con nuestros fieles anfitriones, los más humildes, pero los de corazón más grande, los bomberos voluntarios, en este caso en el 943 de la calle Alberdi en el cuartel Martín M. Güemes.
Aquí sin ningún problema Walter, el jefe, nos permitió armar nuestras carpas en el fondo y usufructuar del gas, agua y electricidad que pudiéramos necesitar sin marcarnos un límite de tiempo.
Ni Walter ni ninguno de sus subalternos nos sugirieron o nos hicieron sentir forzados a mostrar nuestra 9 mm. que durante los siete días que estuvimos nos trataron como amigos.
Fotografía tomada a pocas cuadras del Complejo deportivo Güemes (EGA es una empresa de tranporte internacional uruguaya)
Fotografía tomada en el cuartel de Bomberos Voluntarios
Previo mail recibido por el consulado chileno de Montevideo, el cual mencionaba que por algún error de ellos los documentos de Jazmín estaban allí en vez de Salta (Argentina), fuimos los tres al consulado para que Jazmín resolviera este asunto de una buena vez por todas.
Allí y gracias a la buena voluntad de los funcionarios que la atendieron le sugirieron algunos pasos a seguir y hasta le prestaron el teléfono para que hiciera la llamada pertinente.
Luego de esto fuimos a una cabina telefónica a hacer otra llamada solicitándole a Carlos Rusiñol (padre de Pablo, mejor conocido como “El Cariño”) que fuera a retirar los documentos (atravesando toda la ciudad en tiempo record antes de que el consulado cerrara) y los enviara por FEDEX asumiendo por voluntad propia el favor correspondiente como “regalo de navidad”.
Pese a que según nos contó luego, llegó a su casa caminando con las rodillas puesto que el resto de sus piernas se habían gastado de tanto caminar averiguando precios y compañías de correspondencia en Montevideo, el envío fue realizado el mismo día.
Luego del almuerzo decidimos ir a visitar el otro museo, el de Antropología. Algunas fotos quizás describan mejor lo humilde, pero interesante que es este museo (US $2 por persona)
Con decenas de urnas puestas en una gradería, con explicaciones muy claras, con esquemas y precarios dibujos sobre el origen de los indígenas desde los cazadores-recolectores hasta el comienzo de la agricultura y el sedentarismo hasta varias reflexiones muy buenas que se encuentran entre estas fotos.
En conclusión creemos que este museo está orientado a un entendimiento simple y claro de los orígenes de la alimentación y arte de estos increíbles seres humanos.
Tampoco queremos dejar de mencionar nuestro agradecimiento por la cortesía de los funcionarios que nos recibieron.
A cointinuación exhibimos fotografías del Museo de Antropología
Fotos del Mercad0
El sábado 18 de octubre nos levantamos con muchos ánimos, pero tratando de dejar de lado las expectativas de lo que sería la segunda o tercera y última actividad que recomendaríamos para realizar en la capital provincial; La Virgen del Cerro.
Casi con el sol nos levantamos para desayunar e inmediatamente salir para el Santuario de La Virgen, en el Cerro con su mismo nombre, para presenciar lo que nos hubieran dicho en repetidas ocasiones desde hace meses “una ceremonia fuera de lo común”.
La periferia de Salta es muy recortada y sus calles y avenidas hacen curvas bastante confusas, cambian de nombre o continúan de formas bastante enredadas, por lo tanto, siguiendo una avenida que nos conduciría a este santuario subimos un repecho infernal y luego sus correspondiente bajada (lo suficientemente lejos para constatar seguramente alguna de las leyes de Murphy) y al ver que se aproximaba la hora y no llegábamos a ningún cerro comenzamos a preguntar y nos dijeron que era exactamente para el lado opuesto.
Para confirmar nuevamente las leyes de Murphy, a un clavo se le ocurre perforar la rueda trasera de Jazmín de tal forma que ni siquiera se podía llevar la bici sin carga ya que se deshacerla la cubierta. Jason fue quien tuvo que dar pedal por dos llevando a Jazmín en su asiento durante varios kilómetros mientras Pablo fortalecía su trapecio y hombro derecho llevando prácticamente colgada la bicicleta de la benjamina del grupo.
A gatas y con bastante sacrificio físico, pero con la mejor de las ondas subimos este cerro (3,5 km.), el Cerro de La Virgen, hasta un punto en el que no se podía hacer rodando y nos ofrecieron llevarnos en un colectivo (micro, ómnibus) hasta el mismísimo santuario que allí estaba esperando pasajeros (rutina de todos los sábados)
Al caminar allí entre los bancos de material (hormigón), que habían construido varios grupos de voluntarios, se respiraba un aire diferente; de meditación, introspección, paz y armonía.
Miles y miles de rosarios que los fieles creyentes dejaban como ofendas colgaban de varios árboles. A medida que recorríamos este pacifico lugar, el buen clima y la preciosa música en vivo con angelicales voces, incitaban a la emoción, a la reflexión y como mencionábamos antes, a la paz.
Luego de un par de horas que allí estábamos sin sentir hambre (raro en nosotros), con picos emotivos bastantes intensos, (suponemos que por la música y/o la energía de este lugar), transcurrieron varias decenas de aves marías hasta dar comienzo a lo que hubiéramos realmente ido a experimentar.
Inmediatamente finalizado lo que contamos, bajamos a pie hasta donde habíamos dejado encadenadas nuestras bicicletas. Tomamos las 2 ½ bicicletas que nos quedaban (por el pinchazo de Jaz) y lentamente y sin apuros emprendimos la marcha hacia el cuartel. Esta linda, interesante y conmovedora experiencia nos tomó prácticamente todo el día. Sobre el ocaso llegamos al cuartel y retomamos la tarea del blog en el cyber que estaba allí al lado.
Durante todo el domingo mientras Jazmín se dedicó a limpiar y arreglar el pinchazo de su bici, Jason y Pablo se dedicaron a conversar con los amigos del cuartel y nuevamente, por qué no, a gastarse unos pesos en retomar la tarea que ustedes aprovechan ahora; escribir, compaginar fotos, etc.
Ya que teníamos la confirmación de que el miércoles 22 de octubre llegarían los documentos de Jazmín al consulado chileno en Salta capital, luego de dedicarnos a recorrer la ciudad de forma aleatoria y puesto que Jason nuevamente decidió volver a viajar solo por un tiempo más; debimos sentarnos a separar parte el equipamiento y a comprar otra parte de este para que ninguno se viera perjudicado.
El martes 21/10 encontramos el supermercado Luque, con precios de mayoristas donde compramos nuestro fiel amigo, jabón y algunos espirales para los mosquitos.
También el día de hoy transcurrió tranquilamente y entre el cuartel de bomberos y nuevamente Internet. Aprontándonos para la tormenta que se avecinaba, juntamos las dos carpas y “cosiendo” la lona para quedar mejor resguardados finalizó nuestro día entre amenazas de relámpagos, un cambio del clima y pronósticos desalentadores que nos daban los bomberos sobre la alerta meteorológica para toda la provincia que ellos acababan de recibir de “Dorotea Úrsula” (denominación codificada para la base central de policía, emergencias y bomberos).
El miércoles 22 amaneció nublado y un poco ventoso, temprano presionada por Jason y Pablo, regañando entre dientes, Jazmín salió para el consulado a retirar sus documentos.
Aunque no lo crean y después de un mes, ¡¡HABÍAN LLEGADO!!
Mientras que los otros dos invirtieron el día en aunque tampoco ustedes lo crean, INTERNET, previo corte en la mitad del día para almorzar y luego tomar la caber-actividad, logramos dar fin a esta pesada pero reconfortante tarea de compartir con ustedes en la medida que podemos y sabemos esta experiencia de viajar de forma tan precaria.
Hoy jueves 23 es finalmente el día de partida, de la partida del grupo en dos, de la partida de Jason; hacia una nueva experiencia y de la partida de Pablo y Jazmín hacia San Lorenzo, Salta; también una nueva experiencia y una nueva ruta.
Como habíamos quedado la tarde anterior, fuimos a que un bicicletero recomendado por nuestros amigos del cuartel nos revisara las cajas de centro (eje de los pedales). Una vez pagados los 10 pesos que este nos cobró a cada uno, volvimos a las 11:30 AM al cuartel para hacer el desayuno de despedida.
Para desayunar compramos facturas (biscochos) rellenos de dulce de leche y crema (pastelera), así mismo, una leche chocolatada y nos sentamos los tres juntos a compartir ese momento memorable.
Fotografías de la bicicletería y de un pensamiento que aparentemente nos persigue que ya habíamos leído en El Mollar y nos lo encontramos nuevamente en la panadería donde compamos los bizcochos
Justo antes de empezar a cargar las bicis, notamos que Jazmín tenía la válvula rota de su rueda delantera a punto de quebrarse, de ésta salía un tenue silbido de aire y para evitar problemas posteriores decidimos repararla; comprar una nueva y ponerle otra (argentinos $ 13.50).
Nos despedimos de nuestro compañero de ruta con un fuerte abrazo, ya sabiendo que no nos volveremos a ver en un largo tiempo.
Atrás de él y hacia el correo argentino salimos nosotros a enviarle a la tía Mónica, a Santa Fe lo último de equipamiento que consideramos inútil para que ella se encargara de hacerle llegar a la familia de Pablo en Uruguay. Después de varias vueltas por verdulerías y papelerías para conseguir la bendita caja y “papel cartón” (papel de embalaje) y el piolín (pita) que había que ponerle cruzado, en medio que a las corridas para que no nos cerraran el correo a las 14 horas pudimos dar fin a Salta capital para salir a la quebrada de San Lorenzo.
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