Infiernillo, Amaicha del Valle y Ruinas de Quilmes
...Una vez más que tomamos una extra dosis de oxígeno y que nos sentimos listos para la bajada, retomamos camino. Causa de no tener suficiente peso en la rueda delantera al ir a más de 60 km/h, el manillar vibraba bastante durante determinados tramos del descenso que eran tan o más empinados que la subida. Otros 20 kms. haciendo fuerza, pero ahora no con las piernas sino con las manos apretando los frenos continuamente para no seguir expresos en las curvas de precipicios, logramos divisar entre lágrimas causa del viento y la velocidad a la que íbamos, un cartel informativo que decía “Observatorio Ampimpa”, rápidamente dedujimos que éste era el famoso observatorio público de la NASA. el cual había sido construido allí debido a la pureza y claridad de estos cielos.
A 2 kms. sobre unan curva de 170º apareció la cúpula de éste. Sin meditar mucho la situación paramos y decidimos entrar. Pese a lo que decía el cartel de entrada “Visítenos hoy”, la barrera de la entrada estaba baja por lo que Pablo se bajó de ña bici y se dispuso a subir a pie un par de kilómetros donde se encontraba el complejo del observatorio. Luego de un rato bajó con malas noticias, no había nadie, casi como pidiéndolo, instantáneamente apareció un Renault 12 del año de los pica piedras con un caballero que parecía haber salido de una película de vaqueros; la pajita al costado de la boca, el gorro tejano y las botas de cuero en punta eran algunos de los factores que indicaban la procedencia mencionada.
Sin dar más vueltas al asunto, luego de conversar unos minutos con el señor, nos dijo que era imposible que nos quedásemos allí ya que a partir del día siguiente y por toda la semana había un congreso de estudiantes y profesores, que estaban todas las plazas tomadas. De todas formas y por curiosidad o quizás simplemente para poder escribirlo acá y alguno de ustedes tal vez pueda acercarse por este magnífico lugar, preguntamos los precios y casi nos reímos en su cara cuando nos dijo que cada observación por el telescopio salía 15 pesos argentinos (US $5) y que la estadía allí salía 65 pesos argentinos por noche porque era, ¡TODA LA NOCHE!.
Seguramente hay lugares entonces en los que en la mitad de la noche te despiertan y te dicen “lo lamento señor, usted pagó hasta las 2 a.m.” y te hacen salir en pijamas y sacar tus cosas.
Medio que con las ganas, pero contentos de no gastar tal fortuna, retomamos nuestra bajada hasta Amaicha del valle donde por supuesto como cada día no teníamos ni la más pálida idea donde nos íbamos a alojar.
Estos últimos 9 kms. fueron bastante suaves y en bajada. Para este entonces ya comenzaba el ocaso y el primer cartel informativo que nos encontrábamos cerca de Amaicha decía, “Amaicha del Valle, la ciudad con el mejor clima del mundo”.
Una vez tomadas las fotos y hechos los comentarios pertinentes sobre estas maravillosas vistas, nos subimos a nuestros móviles y retomamos el camino que se dirige hacia el interior de la ciudad (pueblo) de Amaicha del Valle.
Oootra vez…, allí estaba como esperándonos el sereno de la D.P.V. donde más tarde nos enteraríamos al conversar con este que Jason se había ido esa misma mañana y se había estado hospedando allí durante casi 4 días.
El caballero nos dijo que no nos podía autorizar a quedarnos, pero que si hablábamos con el encargado de allí, el gran valor (término para designar a una excelente persona en Uruguay) “Willy” no habría ningún problema. Ya más muertos que vivos y con la dirección que el “carpero” (como llaman a los serenos en Tucumán) nos otorgó, fuimos caminando hasta la casa de Américo mejor conocido como “el Willy”.
Luego de caminar dos largas cuadras Pablo tomó la primera foto dentro del pueblo que informaba que estábamos en una ciudad con 360 días de sol; luego de caminar una cuadra más llegamos a la dichosa casa de este gran personaje, este estaba en vaqueros y sin camisa, con una cara de cansado muy marcada, pero nos sonrió, nos dio la bienvenida y nos dijo que por supuesto no había absolutamente ningún problema que nos quedáramos y nos sintiéramos cómodos, también nos invitó a ducharnos (que mal no nos venía) y a usar la cocina si la precisábamos. Allá salimos para atrás con la autorización del encargado a nuestro favor; cuando llegamos al camping el carpero ya había recibido la orden por teléfono de alojarnos, así fue entonces que nos dispusimos a pasar la noche luego de una ducha que bien merecida teníamos.
El 7 de Octubre recordando que faltaban 10 días para el cumple del cabeza (primo materno de Pablo, gran personaje) nos aprontamos para salir a conocer este pueblo tan típico.
El carpero del día, Ramón Morales, (así fue como se presentó quien nos acompañó durante nuestra estadía y con el que nos encariñaríamos casi como si fuera un abuelo), luego de desayunar el poco pan que nos quedaba con la miel que Jazmín había comprado en G.P.L.P. sumado al penúltimo saquito de té que nos quedaba investigamos que era eso que tanto alardeaban sobre el clima de ese pueblo.
Ramón nos explicó que se debía a lo seco, templado y estable que era el clima y que decían que 360 días de sol porque nunca estaba nublado y que cuando llovía inmediatamente después se despejaba.
Con esta explicación salimos a ver la Virgen Escultórica esculpida en madera por un alemán con bastante imaginación. Que es un trabajo bastante detallista y muy original más allá de los gustos personales, es innegable, un trabajo que intenta representar a la virgen con un rostro más familiar al nativo de la zona para que este se sienta mas identificado.
Volvimos pasando por los negocios probando suerte y para nuestra sorpresa también la gente se mostró con ganas de colaborar, dejando el botín y con intenciones de cocinar nuestro almuerzo Ramón nos dijo que no cocináramos que el tenía sopa con la que nos invitó, luego de compartir esa sabrosa y nutritiva conversación sobre su vida personal y la vida en general en ese pueblo, nos dijo que tenía un programa de radio y que se tenía que ir al mismo. Quedamos entonces libres y decidimos ir como a las 4 p.m. a visitar el museo Pachamama.
Allí nos atendió una simpática chica con una sonrisa muy sincera y dulce, chica a la que le mostramos la 9 mm. y la que nos permitió el acceso gratuito al museo ahorrándonos $10 argentinos.
Ya estábamos sobre la hora del cierre así que tuvimos que incrementar la velocidad del paso y visitar 2 de sus 4 salas principales, las cuales son: de Geología, donde explican muy simple, pero claramente los procesos de formaciones rocosas, el como se crean los distintos cientos de tipos de distintas rocas, también una maqueta de 4 mts de largo por 1 ½ de ancho y unos 50 cm de alto a escala, representando los valles Calchaquíes. Luego, siguiendo el recorrido, se ingresa en una mina donde se muestra como es el trabajo allí e incluso se pueden apreciar los minerales en su interior (paredes, techo y suelo).
Volvimos al campamento D.P.V. (a 500 mts. de allí) y nos dispusimos a cenar para esperar el nuevo día
A continuación mostramos varias fotos del patio interior de este
precioso sitio.
De allí el muy instruido y amable guía Miguel nos invitó a pasar a la segunda sala ya que estábamos sobre la hora de cierre.
En la segunda sala se toca lo que es la antropología, esta intenta representar mediante objetos arqueológicos, maquetas, murales y hasta viviendas a escala real lo que ha sido el transcurso del tiempo para el ser humano y si también se quiere, lo precarios y rudimentarios en muchos aspectos que aún seguimos siendo. Una vez terminada esta sala decidimos retirarnos ya que el guía no era de ese pueblo según nos contó y una vez cumplido su horario de trabajo debía regresar a su casa en Quilmas (a 28 kms.).
Despidiéndonos de él y de quien hubiera sido nuestra recepcionista, (Carmen) Jazmín le propuso de retribuirles nuestro ingreso gratuito corrigiendo traducciones al inglés que habían allí dentro y agregar las que faltaran traducir. Carmen agradecida nos invitó entonces para ir al día siguiente y realizar este trabajo.
Fotos y más fotos, notas y una charla un poco más personal con Miguel fueron alargando el tiempo hasta e medio día.
A las 5 p.m. volvimos al museo donde ahora si estaba Carmen. Nos invitó a tomar un té, café o una gaseosa, Jazmín aceptó un té mientras le explicaba a Carmen lo que había traducido. Después de darle algunas indicaciones quedó trabajando y Carmen conversando un poco con Pablo. Aquí fue que nos enteramos que ella era la esposa de Héctor Cruz, el dueño y sublime artista creador del museo reconocido a nivel internacional por sus preciosos tapices que nos quedamos contemplando en la mañana del mismo día.
Carmen una vez realizado el trabajo decidió no pagarle a Jazmín, sino colaborar con nuestro viaje ya que le encantó la idea y la filosofía que nos mueve a hacerlo. Más que contentos salimos de allí y mientras Pablo calentaba agua y escuchaba el programa de “don Ramón” por la radio, Jazmín fue a comprar té, dulce de leche y pan para darnos un lujo después de dos meses y medio de viaje.
Siendo entonces la última noche que pensábamos quedarnos en Amaicha comenzamos con el procedimiento de rutina; a prensar dentro de las mochilas nuestro cuantioso, pero más que justo cargamento.
Una vez realizado esto, una buena ducha, al sobre y a esperar el maravilloso día de mañana.
Es 9 de octubre y parece increíble que cumplimos un mes rodando por las rutas argentinas.
Como de costumbre casi nos despertamos con el sol, don Ramón, nuestro fiel amigo, sabiendo que esta mañana nos vamos nos ofrece prepararnos algunas verduras para que llevemos. Ayer nos dieron suficientes y sumando a su exceso de generosidad nos negamos.
Una vez preparadas las bicis, procedimiento que hace un mes atrás aproximadamente nos llevara un poco más de una hora se convierte hoy en no más de media hora. Con un fuerte y emotivo abrazo nos despedimos de nuestro “abuelito” y emprendemos la marcha en dirección a las Ruinas de Quilmas, lugar nos han dicho realmente que vale la pena ver.
Una vez allí nos encontramos con el recepcionista que al explicarle lo precario de nuestra situación de viaje decide hacernos un descuento y que pague solamente uno. En el instante que estamos ingresando llega una camioneta argentina y desde adentro de la misma se escucha una aporteñada voz que pregunta el precio lo que el recepcionista responde sin dudar que el precio era 5 pesos argentinos. Casualmente este, es lo mismo que nos habían cobrado a nosotros, más tarde nos enteraríamos de que todo público debía pagar lo mismo, por lo que lamentamos que este buen hombre deba vivir con una mentira más en su conciencia.
En el momento que estamos ingresando nos piden los tickets y enseguida nos ofrecen una guía sin costo alguno que justo en ese momento estaba comenzando una guíada.
Zulema, nuestra rebelde guía a quien con un grupo de dos personas al cual nos sumamos, no le bastó con lo mal que habla el folleto que nos dieron al ingreso sobre el señor Héctor Cruz, sino que además durante todo el recorrido mencionó en muy reiteradas ocasiones su descontento con este caballero que era tan oriundo de los valles Calchaquíes como ella misma.
No sólo porque nos encontrábamos meditando, respirando y disfrutando este momento hacían la diferencia sino el sabernos dentro y sobre una ciudad en la que hace miles de años vivieron seres humanos tan capaces, fuertes y espléndidos en todo sentido.
Continúa en "ARGENTINA (VII)"
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