27 oct 2009

CAPÍTULO 4: PERÚ (IV) Yuauca - Lima

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Imra es un gran amigo, un querido hermano del alma que no veo desde el mes de abril y es para mí, un orgullo el comenzar este capítulo con su nombre a la cabeza.

Con el mundo a mi favor, conocí a semejante personaje en Janajpacha y, pese a que aquel comienzo y por algunas semanas no nos entendíamos (no nos llevábamos bien), logramos luego de abrirnos y permitirnos cambiar tanto uno como el otro, una comunicación a otro nivel, de una manera diferente.

A Imra lo quiero mucho y me hizo saber que estará en Lima a principios de noviembre y solo por unos días hasta que su vuelo de vuelta a Madrid, parta el 4 de noviembre. Por otro lado, las cubiertas (llantas o neumáticos) están muy gastadas, llevan más de 4mil kilómetros y pincho casi a diario porque están muy finas, muy desgastadas.

Sumado a lo antes mencionado, Vanessa que es la anfitriona en Lima (una amiga de Jazmín) me escribió explicándome que podría recibirme en la primera semana de noviembre ya que luego se complicaría un poco por su trabajo.

Estoy a 400 kilómetros de Lima y además de que el tiempo me apremia, estoy necesitando un descanso y me vendrá bien quedarme en la capital peruana unos días para actualizar el blog y descansar las patitas.

Luego de un fuerte abrazo con mis dos amigos, Muñoz y Morante, salí hacia la carretera principal, la Panamericana Sur. Muñoz dio la voz a la policía de carreteras que se ubicaba en el peaje para que me "apoyara" (un término que se utiliza aquí en Perú refiriéndose a ayudar) consiguiéndome un camión que me llevara hasta Lima sin cobrarme.


Estuve algo así como 10 minutos parado allí, en el peaje, y me llamó un policía avisándome que ya tenía un camión que iría hasta Lima. Me acerque, Tony se bajó y me ayudó a subir la bicicleta. Entre carretillas, caños de PVC, plásticos, bolsas de cemento y otros materiales de construcción hube de viajar esas centenas de kilómetros.

Al llegar a Chincha, a una hora (más o menos) de distancia de la capital, el camión se detuvo. El Sol se estaba poniendo y el paisaje era muy bonito. Más bonito fue cuando me abrieron la puerta del camión y pude bajar a visitar el baño…; más hermoso fue cuando estos tres caballeros que viajaban en la cabina, me dijeron que me invitarían a comer (yo no probaba bocado desde la mañana y eran casi las 18hs y eran nulas mis intensiones voluntarias de ayunar).

Almorzamos juntos, compartimos unas conversaciones donde me enteré del amor que Tony -el chofer- sentía por Uruguay y por eso no había dudado de llevarme. El era marino mercante y trabajaba a veces en Uruguay país que quería mucho, particularmente porque tenía un pedazo de su corazón en Fray Bentos. (Costa oeste de Uruguay)

El tema es que no solo me llevaron durante 400 y pico de kilómetros sino que además, me invitaron a almorzar y al llegar a Lima, me prestaron su celular para que llamara a Vanessa quien llegó a los 10 minutos de haberla llamado.

Con un abrazo como si me conociera de toda la vida, esta pequeña y simpática mujercita me recibió en la ruidosa noche limeña. Partimos hacia la casa de sus papás donde llegamos apenas 20 minutos más tarde luego de una lenta pero estresante caminata por el tráfico automotriz capitalino.

Su familia me recibió como parte de ésta y por el motivo que sea, me sentí muy pero muy cómodo y bienvenido. Su mamá me preparaba el desayuno y ella –Vanessa- durante los 9 días que pasé en la capital, me despertaba antes de ir a su trabajo con un gran abrazo, una sincera sonrisa en su angelical rostro y un vaso de jugo de naranja.

Me cedió su dormitorio y computadora para que trabajara tan largo y tendido como yo quisiera con conexión a internet gratis.

Finalmente, llegó Imra a Lima y nos encontramos en un centro comercial para saludarnos y compartir todo lo ocurrido en el medio de los meses de abril a noviembre. Al encuentro asistió Vanessa quien pudo constatar el cariño que uno sentía por el otro y rápidamente comenzó a contagiarse hasta el punto de que luego de 3 días, terminamos siendo los tres, muy pero muy buenos amigos; con una confianza indescriptible.


En alguna oportunidad, cenando, entre pizza y pizza, entre cerveza y cerveza, a Imra se le hizo tarde para volver a la casa de su prima (lugar donde se estaba quedando). Se quedó a dormir sin ninguna objeción de los anfitriones y Vanessa nos despertó a los dos igual. Irrumpió en el dormitorio (en el suyo propio que me había cedido) y saltando sobre Imra le dio un abrazo, luego a mí y nos dejó el desayuno allí para irse a trabajar.


Destacamos tanto Imra como yo que -pese a que no es participe de este relato-, concordará conmigo en que Vanessa, es una chica muy sana, muy inocente y sumamente simpática pero al mismo tiempo inteligente, noble, valiente y madura.

No creo que sea posible definir con palabras o describir a una persona de tal relevancia para uno. Admiro, aplaudo y bendigo a quienes se animan a escribir de cosas, de circunstancias, de algo tan complejo como por ejemplo, el amor, la naturaleza, Dios, factores complejos, tan difíciles de negar como de explicar.

Lima es la ciudad más asquerosa, contaminada y violenta en la que he estado en toda mi vida y -considerando que he estado en algunos países, en varias ciudades y diferentes culturas- aseguro que es lo peor de lo peor. Me causó mucho desagrado la capital peruana la que en lo más mínimo, en absoluto y de ninguna manera recomiendo a NADIE.

Con 9 millones de habitantes, se convierte Lima en una ciudad monstruosa en la que para ir de casa al trabajo, uno debe invertir un mínimo de 4 horas diarias. El tránsito es excesivo, el flujo de este es prácticamente inapreciable. Se vive un estancamiento casi que continuo y, se podría decir que es una tortura el "salir" a la calle para ir a la panadería ya que uno debe estar continuamente mirando hacia atrás para asegurarse que no lo vengan siguiendo para robarle o hacerle algo peor.

Lima, encabezando la lista de las capitales sudamericanas más contaminadas es una ciudad, para mí y sin duda, sumamente violenta, agresiva, insegura y es muy desgastante el caminar incluso, por las calles del centro donde está prohibido el transporte público (solo permiten taxis). Está muy de moda el tomar un taxi en cualquier punto de Lima y que se lo lleven a otro lugar, lo asalten y muchas veces, hasta lo lastimen si no tiene que entregar.

Existe una cuota que los vecinos deben pagarle a los ladrones para que sus casas estén "seguras" y si un día, uno hace la opción de no pagarla más, se atiene a las nefastas consecuencias que pueden pagarse incluso, muchas veces hasta con su vida.

La plaza de armas

Es realmente muy bonita y evidentemente por lo antes descrito, desentona mucho con el resto de la ciudad. Allí incluso está prohibido tocar la bocina; bueno, de hecho, la ley prohíbe tocar la bocina en Perú, pero en la plaza de armas, es en el único lugar de Perú que pude constatar el respeto de la ley.


Conversando con Imra, mientras tomábamos mate sentados en los bancos de la plaza de armas, se aproximó un guardia público y me pidió que me sentara correctamente.

Yo no estaba acostado en el banco ni pisándolo, pero me sentaba con una pierna hacia un lado y la otra hacia el otro del mismo asiento, es decir, estaba sentado en el mismo banco que Imra mirándolo a él de frente. Yo estaba tan confundido que pensé que era una broma, lo quedé mirando y el caballero continuaba firme y serio con su robótica cara de Terminator. Hube de darme cuenta segundos más tarde que era un zombi más de esta sociedad gris, violenta y mecanizada. Giré mi cuerpo 90 grados y continué conversando con Imra de lado mirándole a este robot con mi ya conocida cara ácida por muchos/as de los/as que me conocen desconforme.

Luego de asegurar su boleto aéreo –Lima-Bogotá-Madrid, Imra se alistó para dejar el hermoso continente sudamericano y lo acompañé el 4 de nov. según lo pactado al aeropuerto. Luego de una linda despedida (normalmente no me gustan) le dije –hermano, ¿cuándo nos volveremos a ver?, se que será muy pronto, lo siento, pero ¿dónde?- Allí, en ese punto comenzaron las bromas de que perdería el avión, de que tuviera cuidado con las azafatas, etc, etc.


Horas más tarde, llama este peculiar individuo a lo de Vanessa diciendo que había perdido el vuelo estando sentado enfrente de la puerta de embarque.

Resultó ser que este individuo, había sido avisado de que el avión estaba media hora retrasado y él, entonces salió a dar unas vueltas y se enamoró, se "shoqueó" por Carolina.

La vendedora de la tienda de recuerdos, era según él la describe, un ángel, una belleza de mujer. Allí quedó el muy pasmado y luego, entre risas y más risas, nos contaba que sus oídos escuchaban que lo llamaron como 10 veces por los altoparlantes, pero que algo impedía que esa información, llegara a su cerebro y fuera procesada.

Otra vez compramos pizzas y festejamos mis predicciones. Al parecer, el lugar en el que pronto nos veríamos, era Lima….!!! Al siguiente día, ya seguro de que se iría sin cometer más c… errores, no lo acompañé.


Al día siguiente recibí un correo de que ya estaba en Madrid.

Adolfo, el papá de Vanessa, me obsequió la cubierta trasera y yo compré la delantera. 35 soles no fue algo muy barato cuando las cubiertas comunes salían 12; pero tuve que pagar el precio pues luego de dar muchas vueltas hasta inclusive en internet, Bicicentro, eran los únicos ladrones disponibles en toda Lima a los que les podía comprar lo que necesitaba.

Quisiera no ser injusto y reconocer lo único que me gustó de Lima además de la hospitalidad e incondicional cariño brindado por la familia de Vanessa.


El paseo de las aguas mágicas que se encuentra cerca del centro de Lima es lo único que seguramente valga la pena visitar por unos 3 o 4 soles que sale la entrada.


El espectáculo es algo espectacular, con luces sincronizadas con música y alta tecnología. Los efectos visuales son increíbles y realmente es muy bonito el momento que uno pasa allí, dentro de ese hermoso lugar con pasto y sin más ruidos que los del agua y la música clásica proyectada allí con imágenes sobre el vapor que el agua genera.


En conversaciones con Imra, reiteradas veces nos comentaba su visita a Caral, con Vane nos mirábamos hasta que un día, le propuse de ir. Sin mucha vuelta coordinamos una fecha y hora y decidimos ir a Caral pero claro que no en bicicleta, sino en bus.

A 187 kilómetros de Lima, tras 3 horas y media de bus, llegamos a Supe. De allí, tomamos un colectivo (un taxi privado que junta 6 personas y apelmazadas las transporta hasta un lugar en común)

Luego de una media hora a cuarenta minutos, llegamos a Caral, o bueno, hasta donde nos dejó el colectivo y caminamos 30 minutos más hasta llegar al lugar en cuestión.

Allí, tras pagar una cara entrada (11 soles) comenzamos el recorrido con el muy experimentado guía, su nombre es Carlos.

Caral es un pueblo que da nombre al sitio arqueológico al que fuimos. Éste, es un lugar como muy pocos en el mundo lo son. Con más de 5000 años de antigüedad, Caral se sitúa en 3er lugar –luego de la Mesopotamia y Egipto- en la pirámide de las civilizaciones más antiguas que se conocen.


Pirámides también, son las que se encuentran allí. Ocho pirámides, 2 templos y 3 viviendas es lo que hasta el momento se ha descubierto. Treinta y dos montículos están en excavación y se avanza muy lento porque es uno de los pocos sitios arqueológicos en Perú en los que no se modifican los hallazgos. Se fotografían como se encuentran, se numeran las piedras y se desmontan. Vuelven cada piedra exactamente a la posición en la que estaba y la aseguran con adobe proveniente del mismo lugar y usando la misma relación agua-arcilla; todo este proceso se denomina Anastilosis.

Caral era una sociedad pacífica precerámica, por lo que las figuras antropomórficas halladas hubieron ser secadas al sol. No se encontraron armas en los 15 años de estar trabajando allí pero si instrumentos musicales similares a la quena (pero con solo 3 agujeros) lo que da la pauta que habían manifestaciones culturales. Cocinaban sus alimentos sobre piedras directamente, sin utensilios de cocina. Por exámenes de excremento que allí fue hallado, se concluye que comían frutas silvestres, lúcuma, pacay, guanábano, calabaza y pescado como alimentos principales. En sus lugares de ceremonias o rituales, tenían fogones en el centro, éstos eran de libre acceso y por el color de la arcilla, se entiende que existía fuego permanente el que disponía de un canal especial de aire que actuaba de fuelle para avivarlo.

Aparentemente, una inundación ocasionó la migración de este pueblo según nos explicaba el guía, el muy buen guía Carlos que nos despejó absolutamente todas las preguntas que teníamos y con lujo de detalles nos mostraba cómo los muros estaban justamente caídos en los lugares donde se veía un canal muy grande en la tierra donde, presumiblemente fue que pasó esa gran cantidad de agua en algún momento hace 5 mil años, obligando a esta gente a migrar a otros sitios.

La ecología era primordial para esta civilización ya que nada era desperdiciado y cuando por ejemplo, una de las pirámides se deterioraba, no se destruía sino que se superponía y se construía allí otra. Increíblemente, hasta la fecha son solo 5 personas las que han sido halladas, curiosamente, una de ellas, es un niño que seguramente, luego de muerto lo colocaron dentro de una de las pirámides más importantes y se encontró dentro de un muro. Se cree que era el hijo de un personaje muy importante y eso fue señal del valor e importancia que éste individuo representaba para su pueblo.


El regreso a Lima fue eterno, el tránsito era muy lento pero finalmente llegamos. Nos bajamos del bus y a las tres cuadras, tras un intento de robo, buscamos un taxi y huimos del centro de esta ciudad de mierda.

Continuará

19 oct 2009

CAPÍTULO 4: PERÚ (III) Arequipa - Yauca

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Arequipa:

Lunes 19 de octubre.

Y como para empezar la semana con el pie derecho, luego del ameno y dichoso camino de Pampa Cañahuas hasta Arequipa; recuerdo el haber conocido un personaje sin igual a 25 kilómetros de la capital provincial.


El pata Francisco (como se refieren en Perú a los amigos-conocidos) vestía un pantalón de vestir, zapatos marrones impecablemente lustrados y brillantes, camisa blanca de manga larga de seda –o similar-, un chaleco (sin mangas) de alpaca color crema, una cruz dorada lo suficientemente grande para llamar la atención a 500 metros de distancia y un impecable peinado y afeitado junto con una cicatriz en su mejilla izquierda que hablaba de su ajetreado pasado.

Pancho, comenzó la conversación estirándome dos bananas y luego de apenas unos minutos, me ofreció también su "cuetito" su porro de marihuana.

El es vendedor de productos naturales en buses inter-provinciales, viaja del altiplano a la costa y según él, su combustible para el chamullo –la labia o capacidad retórica para convencer a la gente- se veía seriamente incrementado luego de su "cuetito" –otra forma como lo llamó él-


Francisco, un espécimen muy simpático y chistoso, subió finalmente a un bus con su maca, miel de abeja y diferentes otros productos y hierbas. Espero que no vendiera lo que el fumaba porque si no, quedará Francisco para poco tiempo…

Arequipa es una ciudad muy bonita, pintoresca y limpia. Es muy difícil encontrar papeles o bolsas revoloteando en las calles y plazas pero, cuenta con un serio problema de contaminación.


Luego de 8mil años, Arequipa proviene según una antigua leyenda, del Inca Mayta Cápac.

Al parecer, pasaba por allí este líder Inca con su ejército y luego de acampar para descansar, al momento de marcharse al día siguiente, uno de sus soldados encantado con el lugar que está al pie del Misti (el volcán que tanto significado y motivo de tal orgullo es para los arequipeños) le preguntó si podían quedarse más tiempo allí; a lo que Cápac respondió en quechua diciendo "Ari quepay"; "si, nos quedamos aquí".

Ni Mayata Cápac ni los Collaguas (destacados en la historia local y mundial por sus notables habilidades textiles y para trabajar en lana de alpaca, contaban con que entre 1989 y 2009, el parque automotor se incrementara en un 202% alcanzando niveles de contaminación excesivamente altos, al punto que según la Universidad Nacional de Colombia en el 2008, luego de Lima, situara en un informe oficial a Arequipa como la ciudad con mayor concentración de partículas contaminantes por metro cúbico (Lima con 120 microgramos por metro cúbico y Arequipa con 118)

Los "Ticos" (los taxis chiquititos que andan como moscas afirmados en sus bocinas por toda la ciudad), son más de 25 mil hoy en día, de los cuales solo el 60% cuenta con la debida autorización para brindar el servicio de transporte público correspondiente.



Estos, sumados al resto del transporte público legal e ilegal que circula, son los causantes de más del 80% de la contaminación que ya casi algunos días, no permite ver el Misti, el volcán espectacular que se sitúa apenas a algunos cientos de metros de la ciudad.


Pese a todo, Arequipa es una ciudad que creo vale la pena conocer; sus antiguas construcciones que han superado el paso del hombre, del tiempo e incluso, hasta el terremoto del 2001, son un atractivo muy interesante.


Las catacumbas, los arcos de Yanahuara, las espectaculares vistas de las montañas y el Misti, hacen sin duda de este sito, un lugar muy rico –culturalmente hablando- de conocer.



Camaná el próximo lugar al que me dirigiré luego de pasar unos días aquí, está situado a 174 kilómetros, acotando junto con la capital provincial, un valle lechero entre altiplano y valles verdes y húmedos.

Volviendo a Arequipa.


Luego de ser interceptado por un periodista del diario el Correo, fui hasta el cuartel de bomberos donde con la explicación de que tenían otras visitas, me enviaron a otro cuartel. Ya vi que venía para larga el asunto así que me fui a comenzar el ya conocido ping pong en la municipalidad; rotando de una oficina a otra, de un edificio a otro.


Allí, en el último lugar que me quedaba por probar, me recibió Cristina.



Estaba muy ocupada, no solo porque me lo decía sino porque se la notaba estresada, atendiendo llamadas y yendo y volviendo a la oficina en la que me dejó sentado.



Igualmente, hizo todo lo posible hasta que luego de media hora que llevaba yo sentado allí, apareciera un señor perfumado, de traje y corbata.

Afetiado, con sus intelectuales lentes y muy formalmente me dijo "¿Tu eres Pablo? Me han dicho que estás buscando un lugar para pasar la noche."

Yo respondí que si con la aclaración de que no necesitaba ninguna comodidad, que solo un pedacito en el piso para extender mi saco de dormir y tener la bicicleta segura.

Inmediatamente comenzó a buscar algo en su traje mientras me decía que bucaba su tarjeta de presentación pero que no encontraba una. Yo lo interrumpi y le dije que con que me dijera su nombre y me diera su mano, me era más significativo y suficiente que un pedacito de papel plastificado.

Walter me quedó mirando serio; sonrió y allí me dijo su nombre; Walter Cruz seguido de una frase textual que cito a continuación… "Vamos a mi casa que tengo una habitación libre"

Completamente anonadado quedá; la primer palabra que me salió fue claramente un "si, muchas gracias Walter"

Subgerente de participación, promoción social y juventud de la municipalidad, Walter hubo de albergarme en su casa no solo por esa noche, sino por otras 2 noches más sumando a su humano gesto una calidez extra; presentarme a su enamorada (novia en peruano) alimentarme y hasta darme las llaves de su morada para que yo estuviera cómodo y pudiera entrar y salir cuando quisiera.

Recuperé fuerzas, me bañé luego de varios días, lavé ropa en su lavadora, compartí con el y "su" dulce y simpática Mirelle 72 lindas horas.


Conocí allí, en Arequipa, un individuo abierto, cariñoso, amable, con un corazón de oro y un alma invaluable.


Debido a su trabajo, durante el día era poco lo que podíamos compartir, pero, durante las noches, aprovechábamos hasta que se nos caían las pestañas pese a que él trabajaba al otro día temprano.

Me siento muy afortunado de seguir conociendo gente "como la gente" a cada paso de mi camino.

Entre el 19 y el 22 de octubre, recorrí diferentes lugares de la ciudad, desayunamos, almorzamos y cenamos en diferentes lugares con el amigo Walter y Mirelle probando diferentes platos casi cada vez.

La despedida, para no ser menos que la bienvenida, fue en la misma municipalidad. Allí, mientras en la computadora de la oficina de Walter, terminaba de actualizar el blog, apareció Cristina con su hijo para que me conociera (es que yo soy de Marte…) y me trajo un librillo de postales de Arequipa con fotos muy bonitas y un "characato de oro" una moneda de la República Independiente de Arequipa; tema tan polémico en Perú, como los vascos o catalanes que se dicen no ser españoles. De hecho, Arequipa no solo tiene su propia moneda, sino que también emiten su propio pasaporte con el mismo texto, República Indep…..

Claro está que a nivel nacional todo eso no tiene ninguna validez, y las monedas ningún valor, pero lo cierto es que ellos, realmente se dicen y creen diferentes de los peruanos, quiero decir, del resto de los peruanos.

Luego de algunas fotos y varios abrazos bastante emotivos, para las 11 am estaba partiendo con algunos regalitos dulces de Mirelle (galletitas, chocolates) hacia Pedregal.


El camino era bastante agradable, a 9 kilómetros de la ciudad de Arequipa, paré a desayunar-almorzar un poco de pan con queso (el queso estaba muy bueno pese a que en el mercado, al verme la cara de "gringo" me habían querido robar dándome mal el cambio y pesándome casi 100 gramos de más además!!)

A unos 20 kilómetros de la salida, comenzaron a aparecer algunos cerros y por supuestos, con ellos subidas tremendas y camiones muy lentos que entorpecían el tráfico, claro, no el de bicicletas sino el regular.


Tan lento iban que por supuesto, la tentación de colgarme no quedó solo en eso, sino que me ayudaron a llegar hasta el final de la seguidilla de repechos donde Jhon, que venía en ese último camión que venía transportando leche del que venía trepado yo, me dijo que me soltara que iban a parar.

Desde las 17 hasta las 19:30 me quedé allí conversando con él y sus otros dos secuaces, el chofer que venía en la cabina y su propio ayudante que venía en la parte trasera con él.

Contemplando el último atardecer para mí en el altiplano hasta quién sabe cuando y esperando el otro camión que se llevaría los tachos de leche llenos a la planta de Laive (una cooperativa láctea) estuvimos allí 2horas y media.

En un momento, Jhon tomó la botella de agua que traía yo vacía y la llenó de leche calentita!!


Junto con esto, me ofreció de llevarme en el camión hasta Pedregal, lugar donde se encontraba la planta procesadora de leche.

Ya que era plena noche y no veía muchos lugares posibles para dormir -estábamos en la mitad de la nada- acepté rompiendo en ese momento, la continuidad en el pedaleo.

Pasé tan bien con ellos, que no tuve tiempo de sentir culpa por lo antes mencionado, por ese "pecado" de tomar un camión.


Llegamos a la planta y mientras ellos descargaban, yo disfrutaba del chocolate y galletitas que Mirelle me había regalado en Arequipa. Jhon, me llevó hasta la comisaría y él mismo le pidió a un amigo suyo que allí trabajaba que me hospedaran.
Dejé todo mi equipaje bici incluída y caminamos una cuadra hasta la plaza principal donde jhon me invitó un "Emoliente". No tenía la más pálida idea que era eso pero acepté al enterarme que no tenía nada de carne.
Eran tés y tés de mil y un variedades de hierbas diferentes. Para el hígado, para los pulmones, para los riñones, para el estómago y hasta para el c... Me invitó con uno de Linaza, era una especie de jalea o gelatina muy pero muy dulce pero bastante rico y pese a ser empalagoso, pude terminar ese jarabe pues también me ayudó a sacarme el amarguisisisísimo sabor que me había dejado el emoliente que me invitó el "caserito" (el mismo que los vendía) mientras preparaba el otro.
El caserito, llevaba 15 años trabajando en eso (sólo tenía 25años) y movía las botellas y mezclaba una hierba con otra con una destreza de "barman"
El 22 de octubre, el ruido comenzó muy temprano allí en la comisaría de Pedregal; Richard, mi nuevo amigo policía me informó a las 6 am, hora a la que yo ya llevaba despierto más de hora y media, que el alcalde quería hablar conmigo a las 8am entre conversación y mates. Éstas siguieron compartiendo también algunas galletas hasta que "se hizo" la hora.
Cada vez que "desensillo" la bicicleta, constato que los tacos no estén rozando las llanas.
Sorpresa me llevé cuando me di cuenta que la rueda trasera, estaba completamente clavada.
Durante el viaje en camión, la bicicleta iba apoyada sobre los tachos de leche, y en algún momento calló entre una fila de éstos y la otra. Esto provocó la rotura de 2 rayos ye eso era lo que ocasionaba un completo descentramiento de la rueda.
Ya para las 9am, y sin noticias del alcalde de Pedregal, me parecía suficiente tiempo de gracia y Richard, apareció con una bebida de 3,5 litros como para amenizar la espera que al apoyarla en la parrilla delantera, la suspensión bajaba casi 1 cm.
A poco de esto se hizo presente en nombre del Alcalde el señor Enrique Chávez, funcionario de relaciones públicas de la municipalidad distrital de Majes. (eso dice en su tarjeta)
El me invitó a desayunar y con mucha atención escuchó lo que yo le contaba en función de lo que él me preguntaba.
Me pidió el blog y mi correo ya que como él me dijo " tu y yo pensamos muy parecido"
De allí, partí a la bicicletaría más cercana que encontrase. Encontré a Moises que estaba bastante ocupado y al principio, solo me facilitaba herramientas. Cuando vió que yo estaba haciendo todo el trabajo y que el me iba a cobrar luego, dejó lo que estaba haciendo y por más de una hora, se dedicó a ayudarme, centrar la rueda, desarmar las masas, engrasarlas, ajustar los frenos, etc.
Al momento de cobrarme, no quiso ni siquiera cobrarme los materiales, grasa, los dos rayos, etc.
Prometí su foto en el blog y aquí está.

Dejé atrás Pedregal para eses mismo día, encontrarme con algo increíble, algo majestuoso, inconmensurable, algo que no veía hacía 15 meses y ni siquiera era consciente de cuanto extrañaba, el Océano. El camino fue bastante duro e intimidante por los truenos y grises nubes que saludaban desde no muy lejos…

Me sienta identificado con Uruguay o no, país donde nací hace algo más de 28 años; seguro que si algo echo de menos, es el mar que rodea a este pequeño, simpático y ambale país (así lo describen los turistas, viajeros y ciclistas con los que me encuentro antes incluso que les deiga dónde nací yo)
En su costa Este, Uruguay cuenta con el Océano Atlántico, en el Sur, con el Rio de la Plata (compartido también con parte de Argentina) y en el Oeste, el río Uruguay, río que le da el nombre al país.
Las gaviotas son la primera señal que la Pachamama me trae para que levante azorado mi concentrada vista en la bajada muy inclinada, la Quebrada del Toro y vea la inmensidad del Océano Pacífico.



En ese momento algunas gotas de sudor caen de mi frente atravesando la selva de bigotes y siento en mis labios por primera vez en 15 meses ese salado sabor que me indica que… ¡¡¡estoy transpirando!!! Fenómeno fisiológico que no me ha ocurrido en muchos meses tras atravesar el seco y árido altiplano boliviano-peruano.

Es muy difícil de describir mi encuentro con la panamericana que bordea el Pacífico Sur en Sudamérica; ese olor a playa, a humedad, el canto de las gaviotas mientras avanzaba ya hacia el norte peruano, hacia Camaná, los dedos de las manos pegoteados por la humedad, hasta el olor de mi propio cuerpo cambió en unos pocos minutos.

Las casitas precarias sobre la arena a pocos metros de la misma costa. La arena, la bruma y el inconfundible sonido de las olas acariciando las orillas del Perú son sensaciones que nunca voy olvidar.

Tal vez, las cosas existan en el mundo para ser experimentadas, para jugar con ellas, para disfrutarlas, no para usarlas; y he aquí algunas de esas hermosuras que nos brinda la Pachamama a cada instante y en nuestra carrera por sobrevivir, no nos permitimos vivir.
Con un setnimiento de dicha, agradecimiento y una sonrisa inmedible en el corazón, llegué a Camaná en breve. Con viento suave Y a favor.

A las 17 hs. Comencé en esa ciudad la búsqueda, la cotidiana búsqueda de alojamiento para pernoctar. Luego de pasar por 7 u 8 lugares diferentes en la "Capital noble y hospitalaria del Perú" (ver foto de aquí arriba), me iba un poco frustrado y con la incertidumbre de donde pasaría la noche si ya casi era de noche. (18:30) cuando unos motociclistas ecuatorianos que me habían cruzado en la Quebrada del Toro me detienen y con mucha simpatía comienzan a hacerme preguntas sobre el viaje que yo realizaba.

El de unos 65 años, ella de unos 50 y su hija (supongo) de unos 30 me miraban como a un alien. Al momento de despedirnos, el caballero me extiende su mano y oculto en esta, con una cómplice guiñada un billete de 20 soles que más tarde vi una vez "sus" mujeres habían partido con él.

¡Dios tiene misteriosos caminos! ¿no?
No más comentarios.
Ya en plena noche, llegué a Huacapuy; un pueblito chiquitito, diríamos en Uruguay, un pueblito de morondanga.

Situado a unos 10 kilómetros al norte de Camaná y a 6 kilómetros del Pacífico, fui a dar a la plaza de armas de éste lugar.

En la típica comisaría de pueblito, mientras Diego trabajaba, Ricardo y Javier miraban el informativo nacional.
Al llegar yo, Ricardo (40 años) es quien me recibe con poca cara de asombro y me envía al calabozo custodiado por Javier, ¡ABIERTO por supuesto!
Con Javier (28 años) conversamos hasta altas horas de la noche, le interesó mucho el viaje, pero por sobre todo, el mensaje –como él decía- que yo tenía como decía el refiriéndose a la filosofía de vida.
Ricardo, antes de despedirse en la noche, me comenta que cuando él trabajaba en Atico (pueblo al que aún no he llegado) recibía muchos turistas. Ahí me cerró todo y me di cuenta que no era antipatía.
Luego de una linda noche en el calabozo en un colchón de la PNP (Policía Nacional de Perú), amanecí muy descansado y felizmente con ese olor a mar y la cara húmeda.
Javier inmediatamente que me vio despierto, fue a la tienda a comprarme agua "por si la precisaba" como me dijo él.


Se acabó el agua potable de manantiales ("ojos" como le dicen aquí) deshieles, o acuíferos, ahora es toda salobre (salada y semi-potable) y recomiendan hervirla siempre.

La noche en el calabozo fue muy tranquila, no amanecí con la boca reseca y los moquitos duros; extrañaba ¡estar en casa!

Luego de mantener una linda y larga conversación mañanera con Javier, salí rumbo a Ocoña que, casualmente es su pueblo natal.

Las subidas y bajadas continuaron y aún continúan, siempre contra la costa, pero la falta de oxígeno no afecta mi organismo por lo que es posible pedalear pese al tanto peso que cargo.



En Ocoña, luego de haber pasado por paisajes muy bonitos fui recibido por Prado.

Un joven policía, muy extrovertido y simpáticamente preguntón, me envió a dar una vuelta por el pueblo hasta llegar al Banco de la Nación donde prestaba servicios en ese horario el encargado de la comisaría paralelamente a su trabajo en esta.
Soy el marciano del pueblo y escucho gritos de gringo por medio pueblo y el resto, corre a "chocarme" las manos.
Al encontrar el banco, allí estaba Ludbin parado haciendo la guardia. Sin preguntarme nada, me autorizó para pasar en la comisaría la noche. Allí pasé la noche –en la comisaría- al igual que el resto de la tarde.

Café con leche, mates, guitarreada y una rica cena compartí con Carlos, un simpático e interesado joven que al igual que Prado, no paraba de preguntar hasta que llamó su novia, limeña, y me la pasó para que ella continuara el interrogatorio.

En los ya conocidos (por mi) colchones de la PNP amanecí tras una noche interrumpida por un borracho que quería entrar a la comisaría a toda costa. Carlos con mucha paciencia le explicaba que no podía y que debía retirarse, el borracho intentaba abrir la patrulla y Carlitos le insistía que debía irse; finalmente lo logró.
Muy temprano, a las 5:30am, comenzó el movimiento y cambio de guardia en la comisaria, ya 25 de octubre, empecé mi magnífico día en Ocoña.

Luego de arreglar todo el equipaje, despedirme y salir, en la pronunciada cuesta pinché. Venía colgado de un camión cuando noté como si la rueda trasera se deslizara de un lado a otro sobre cáscaras de bananas en el barro. Ésta sensación era ocasionada por la gradual pérdida de aire y la subida era contra un paredón de rocas por lo que no podía mirar hacia abajo para constatar esto. Intenté soportar el esfuerzo –ya que la bici pesaba cada vez más- y adelanté como uno o dos kilómetros más hasta que mi hombro se me salía de su lugar.


Paré en medio de la subida y demoré bastante ya que la vista hacia el Este del pueblo y el Oeste del mar no soltaban mis ojos.

Como a las 11am, reemprendí la marcha hacia Atico. Esta ruta gracias a los camioneros amables, se hizo muy llevadera de pedalear. Fue bastante rápida y amena y con lindos paisajes sobre el Pacífico.

La llegada a Atico fue simple ya que el encargado de turno no me permitió insistirle ni explicarle nada y cuando quise acordar, ya tenía un colchón dentro de una oficina esperándome.


Una sola hora de internet y pagué el 50% más que en Arequipa e incluso Ocoña (1,5 soles)

Esto me dolió tanto (lo de los 50 céntimos extras) que me fui al mercado modelo (nombre del mercado popular local) a ahogar las penas de 0,17 centavos de dólar en un jugo de bananas, manzana y papayas con unos alfajores de dulce de leche caseros.

Para las 19 horas quedé con el lápiz en la mano, la baba colgando y la libreta de cuentas (gastos diarios) inconsciente en posición fetal sobre el PNP (colchón policial antes mencionado).

Muy temprano y luego de otro "trago" en el mercado, partí hacia Chala. Para las 16hs estaba ya pidiendo asilo en la comisaría local; apoyo como dicen aquí. Luego de un buen rato sentado, el Mayor Manuel, decidió compadecerse de mi y ofrecerme para armar la carpa frente a la comisaría pero… ¿¡ en la plaza ¡? Le expliqué que no tenía carpa e inmediatamente me dijo con total sorpresa y naturalidad "ah! Entonces puedes descansar en un ambiente aquí adentro, yo pensaba que tenías carpa…"

A veces, vale la pena una mentirilla… je je

Salí a recorrer un poco el pueblito dejando todo a salvo y me encontré con dos increíbles noticias.


Una que Gusting Mafey, un marroquí al que conocí en una de las calles de este pueblito cuando me vio perdido buscando algo (buscaba yo un internet) me contó que vivía ahí hace 3 años y se dedicaba a viajar sin dinero por el mundo y muchas veces en velero.

Mantuvimos una conversación en un perfecto español de pocas palabras, muchas sonrisas cómplices y un profundo contenido que hacía que las palabras sobraran. Fue un entendimiento, mejor dicho, una comprensión muy interesante.

La siguiente noticia fue que uno de mis mejores amigos, es más, un gran hermano (por su corazón y tamaño) Marcos Bokajian que vive en USA hace casi una década, decidió darse cuenta de la porquería de océano de mierda en la que vivía sumergido y vendió todo lo que tenía y se va "al Sur" en su moto por tierra…

Una noche que dormí muy contento y alegre de ver que la gente se sigue "despertando"


Temprano, como siempre, salí de Chala hacia Aguas Saladas, lugar donde me había dicho el encargado de la comisaría de Atico que me detuviera ya que en la playa Tanaka, había mucho viento y serias tormentas de arena que me azotarían y bloquean además totalmente el flujo de tránsito sobre la panamericana Sur.

Salí de Chala sin más y cuando quise acordar, estaba en playa Tanaka observando cómo las máquinas trabajaban desde las 7am hasta las 17hs despejando la arena de un tramo de la ruta de unos 8 kilómetros.

En contra de lo sugerido, me aventuré al examinar la situación (con poco detalle) y atravesé en pleno medio día los 8 kilómetros para llegar al destino del día de hoy, Yauca.

Tras completar los apenas 45 kilómetros desde Chala hasta Yauca, llegué a un pueblito muy diferente a todos los que he visto hasta ahora en el transcurso de todo el viaje.

Sobre la ruta de ingreso me encontré con varios puestos artesanales de venta de aceitunas negras, verdes, moradas y acetite de olivas.

Me metí al centro del pueblito (si es que se puede decir que éste existe ya que es muy pequeño). Muy rústico y aparentemente humilde, encontrando a mi paso olivos que según me decían más tarde algunos de sus habitantes, datan de la época de "los españoles, más de 500 años). Intrigado por todo esto, sorprendido por la limpieza y la belleza de este lugar con flores en las plazas (naturales) y obviamente buscando un lugar para pasar un par de días, descansar mis patitas, adivinen dónde fui a parar…

Si, si señores y señoras, el querido amigo Muñoz me recibió sin ninguna pregunta extra y me invitó a dejar en el fondo (patio) la bicicleta mientras descansaba en ¡una cama! Y ¡mirando TV por cable!. Como verán, el viajar en bicicleta, implica quedarse en "hoteles" de vez en cuando.

Sumado a esto, me ofreció algo que no me venía mal, ¡bañarme! Que llevaba ya 5 días sin ver el agua de cerca.
Aquí, en Yauca me encuentro ya hace 3 días, disfrutando muchísimo a los hermanos del alma Atilio Morante y Muñoz (quien parece no tener nombre más que una inicial "E"), ambos son sumamente respetuosos, amables, tímidos pero curiosos y de gran, gran, gran corazón.
Todos los días me invitan a cocinar y comer con ellos, me han regalado al igual que alguno de los vecinos allegados a ellos que tienen su propio molino, aceite de oliva y aceitunas. Incluso hoy, en la mañana me trajo Ángela, una compañera de trabajo de ellos (ya que también cumplen con la guardia del Banco de la Nación) un tupper lleno de unas exquisitas aceitunas 100% naturales.

Luego de este lindo episodio, salí a recorrer el pueblito y me encontré con Cristian, un amigo de los policías Muñoz y Atilio que es mucho mejor conocido, de hecho, es solo conocido por su "chapa" (apodo) de "Cariño".


Cariño me invitó a hacer un tour por el pueblitito y llevarme a lugares interesantes como me dijo él.

Me dirigió a 2 molinos contándome en el camino la historia del pueblo y, aseguro que vale la pena ver los videos que aquí adjunto (presionar 12)

Mañana 30, saldré a primera hora para Nazca donde viajaré en bus hasta Lima para reencontrarme con un gran y queridísimo viejo amigo del alma, español-uruguayo su nombre es Imra.

El volverá a España, país donde reside y antes de dejar este espectacular continente (nos conocimos en Janajpacha, Cochabamba, Bolivia) ofreció de pagarme el pasaje desde Nazca-Lima para que nos pudiésemos ver en la capital peruana antes de que el regrese ya que por lo visto, el siente una conexión conmigo tan intensa como yo con él.


A pocas horas antes de partir, ya siento un dejo de nostalgia de estas hermosas y magníficas personas que conocí aquí, en Yauca. Pero profundizando un poquitín, me doy cuenta de que aún, luego de varias experiencias de despedidas (casi todos los días desde hace más de un año) sigo proyectando emociones a futuro de lo que creo que sucederá… Aún me queda mucho camino por caminar…

Ayer 28 de octubre, tomé prácticamente todo el día para lavar ropa y escribir para el blog, luego de 20 páginas creo haber "cumplido" con mi conciencia y retomaré próximamente para relatar, para seguir compartiendo como fue el tramos de Yauca a Lima si es que así se da.