Llegando a Tafí del Valle e Infiernillo.
....Allí nos encontramos con la sorpresa de que la D.P.V., hasta ahora nuestro hotel fijo y gratuito, no tenía permitido brindarnos alojamiento, nos dijeron que podíamos guardar las bicis allí, pero que los comprometíamos si nos quedábamos allí a dormir, como está no era nuestra intención decidimos ingresar al pequeño pueblito turístico y encontrar entonces algún otro lugar para pasar la noche.
Aquí nos enfrentamos a la cuestión de que por ser domingo la municipalidad, quien era la que en general era la que nos concedía alojamiento gratuito, estaba cerrada, luego de dar varias vueltas por el pueblo con el sereno de ésta buscando posibles lugares sin resultados aparentemente positivos volvimos al lugar de partida donde “casualmente” (una vez más…) estaba llegando el intendente quien había ido a la municipalidad a recoger unos papeles que había olvidado y precisaba para trabajar en casa. Una vez que nos presentaron a Carlos Rodríguez y vio nuestra 9 mm., creyó conveniente ayudarnos dándonos hospedaje gratis en el camping municipal.
Muy agradecidos partimos con su autorización a armar nuestro colador (carpa perforada en varios lugares). Una vez armado este, nos pusimos a cocinar nuestro mejor amigo; el arroz integral, luego nos bañamos y nos dispusimos a comer.
Estando allí sentados dentro de la carpa sentimos unos bocinazos a unos 10 mts., nos asomamos y descendía del vehículo por el lado del acompañante el intendente antes mencionado quien nos venía a invitar a cenar a un restaurante de la Terminal de buses de este pequeño y simpático pueblo. Nos miramos y sin dudarlo aceptamos agradecidos mucho su invitación ya que era un gesto desinteresado y amable, y ya hacia varios días que veníamos a pan y arroz.
En el "entretiempo" fuimos a recorrer un poco el pueblito y nos enteramos de que habían en realidad, muy pocas cosas para hacer si no se tenía transporte motorizado Y bastante dinero, por tal motivo lo que pudimos visitar fue el Museo de los Jesuitas.
Allí y luego de mostrar la 9mm, Hector, recepcionista, sereno, guía y cobrador hizo una excepción con nosotros y nos cobró solo una entrada ($2 argentinos).
El "tour" por allí dentro fue muy instructivo e interesante, fue muy lindo estar en un lugar construído por indígenas hace tanto tiempo.
Hector, también nos permitió sacar fotos peses a que estaba prohibido.
A la vuelta del museo tomamos algunas fotografías del pueblo.
Hacia las 9 p.m. con una leve llovizna propia de estar dentro de las nubes (característico de estos lugares de altura) con un poco de temor por nuestra dieta vegetariana, nos dirigimos caminando hacia la Terminal, llegados allí consultamos con los mozos quienes nos dijeron que podíamos escoger el plato, bebida y postre que quisiéramos, con una sonrisa de oreja a oreja, pero lamentando no poder compartir ese lindo momento con el Carlos, aún con el arroz en el “buche” pedimos los menús para constatar lo que sospechábamos, lo único que podíamos pedir era una ensalada y pasta con queso, el jugo Ades comenzó a abrir nuestro apetito, le dimos a entender al mozo nuestro inconveniente con el menú y este llamó al encargado, este nos ofreció de hacer una ensalada bien completa y un plato de pasta muy bien servido mientras disfrutábamos de nuestro jugo de manzana no salíamos del asombro ni entendíamos el por qué, pero es evidente de que hay gente por ahí que tiene los medios y si está dispuesto a compartir con los que no tienen. Llegó la ensalada y para cuando la estábamos terminando de devorarla llegó el plato de pasta que nos prometía que reventaríamos como sapos de tanto comer, finalizada la cena le pedimos al encargado la boleta para firmar y junto con ello nos trajo de vuelta nuestra 9 mm. que había pedido para leer y otros dos platos más de duraznos en almíbar….
Tuvimos que hacer el esfuerzo…
Una vez regresados al camping sosteniéndonos la barriga con ambas manos nos dimos cuenta de que había llovido bastante y al abrir la puerta de nuestro humilde colador constatamos lo sospechado. Si bien no era mucho los sobres de dormir y el interior estaban algo más que húmedos, hubiera sido mucho pedir que el día fuera 100 % perfecto así que nos conformamos con un 99,9 % y nos acostamos en los sobres (sacos de dormir) mojados.
Comenzamos nuevamente un ascenso que finalizaría en “El infiernillo” a los 3042 m.s.n.m.
De camino y a pocos kms. de haber dejado Tafí del Valle nos encontramos con las primeras indicaciones que dicen “granja ecológica” más adelante, algún cartel que dice “G.P.L.P.” hasta que finalmente arribamos a nuestra primera parada oficial del día.
La siguiente parada fue en “El duende”. Éste, aparentemente es una leyenda, pero nos contó de qué se trataba. Parece que es el cuidador de las llamas; y cuando los seres humanos matan demasiadas llamas, aparece y los espanta.Inmediatamente nos pasó a explicar la piedra agujereada que allí estaba en el suelo. Nos contó que cuando los morteros se agujereaban de tanto golpearlos, utilizaban estas piedras como “parideros” (lugar para dar a luz).
De allí nos pasó a mostrar aún más arriba la vertiente de la cual sacaba agua para depositarlo en un tanque casero de 10.000 lts. lo cual por la altura y el volumen del líquido le ofrecía una presión muy alta para poder irrigar sus plantíos y realizar tareas de la casa.
Allí estaba su mirador, el punto más alto de su granja desde donde se divisan perfectamente todos los cerros que nos rodeaban, nos explicó los nombres de cada uno, el por qué de ellos y la historia de cada cerro. De a ratos nos hablaba en quechua y nos traducía inmediatamente lo que nos había dicho, algunas palabras nos parecían similares a nuestra lengua, sobre todo en lenguaje coloquial y el insistió que nosotros hispanos-parlantes sin saberlo hablamos quechua, sin quererlo, por ejemplo nos citó palabras como “michi-michi” que es gato, “máma” y “táta” que es mamá y papá y otra cantidad que lamentablemente no recordamos en este momento.
Roberto afirma que en la escuela nos deseducan que los seres humanos somos seres superiores, somos dioses, que nos programan para meternos en la cabeza lo que al sistema le sirve, que nos des-educan nuestros conocimientos innatos y heredados a través de nuestra cultura y nuestra alma y hasta nuestra genética modifican ahora con una pésima alimentación refinada.
Roberto como comentario fuera de lo común dentro de su rutina de guía nos sugirió “chicos, vuelvan a sus raíces”, con esta aseveración nos llevó a su casa construida por el mismo; con puertas de madera, ladrillos de adobe (barro, bosta de caballo y paja secados al sol por dos días) y nos invitó a degustar galletitas con miel cosechados por el mismo que solamente miel del tío Santiago (tío paterno de Pablo) se podría comparar con ese manjar. Luego de algún truco de magia, algo de historia, cultura y bromas nos dijo que tenía que darle de comer a sus llamas a ver si queríamos ayudarlo a lo que por supuesto accedimos encantados sin ni siquiera mirarnos. A los 5 minutos apareció como con 20 llamas y recibimos una nueva clase de veterinaria, de textil y de amor. Nos dio algo de pasto para que las alimentáramos. Una vez acabada esta tarea nos acompañó unos 300 mts. hacia abajo, nos deseó mucha suerte en el viaje y regresó a las alturas.
De esta forma partimos entonces hacia nuestro nunca antes mejor llamado “Infiernillo”.
Zigzagueantes subidas, por supuesto nos llevaron a ascender 900 mts. En cuestión de 20 kms. Lo cual teniendo en cuenta nuestra falta de preparación, de entrenamiento, más los 15 kilos que Andrés y Lita nos devolvieron y algunos trechos del camino sin asfaltar hicieron nuestra llegada al Infiernillo lo peor sin duda, lo más sacrificado, lo más duro hasta el momento.
Comentábamos, en nuestro ascenso hasta el Mollar, los repechos importantes como La Heladera o el Fin del Mundo, aquí todos eran iguales a estos o un poco peores.
Luego de aproximadamente 5 horas de subidas interminables finalmente llegamos al Infiernillo, aún no sabemos si nos sentíamos muertos por el cansancio o por estar tan cerca del cielo, allí nos encontrábamos un puesto de ventas de artesanías, una llama y un cartel indicador con la monstruosa altura a la que nos encontrábamos. Era muy sencillo igualmente de darse cuenta de que no estábamos en circunstancias normales ya que sentíamos las palpitaciones del corazón en las sienes y dos o tres pedalazos significaban que nuestro corazoncito pasara de abrir sus válvulas de 80 o 90 veces por minuto a 120 o 130
Continúa en "ARGENTINA (VI)"
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1 comentario:
Hola! Excelente entrada!! Gracias por compartirla con nosotros! No creo que hayan parado en ninguno de los hoteles 4 estrellas en argentina, jjaaja. Saludos!
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