De Humauaca a Tres Crueces y La Quiaca.
Alrededor de las 2.30 PM. y luego de espectaculares paisajes arribamos a Humahuaca.
Ya sintiéndonos muy desgastados y con un poco de dolor de cabeza comenzamos a buscar alojamiento sin éxito alguno. Ya un poco molestos (injustamente) con la falta de hospitalidad de este lugar, puesto que la gente solo quería dinero, nos sentamos en la YPF a meditar la situación y nos dimos cuenta que si nadie tenía la buena voluntad de alojarnos por más bonito que fuera el lugar, no era para nosotros. A pesar de las fuertes palpitaciones en el pecho de Pablo decidimos entonces ir a buscar nuestro lugar.
A escasos 9 km. de este turístico y comercial pueblo encontramos una escuela en la que no había nadie y en la que decidimos instalarnos. Una vez que cenamos la pasta comenzó una de las peores noches de la vida de Pablo, el dolor en el pecho (el corazón) era sumamente fuerte y apenas pudo dormir entre quejidos, contrariamente al profundo sueño de Jazmín que de vez en cuando escuchaba estos y le ofrecía hojas de coca.
A la mañana siguiente antes de las 7 AM. comenzamos el proceso de desarme de la carpa y de la carga de las bicicletas mientras que el sereno de la escuela, Delfino, arribaba y el cual muy amablemente nos ofreció agua caliente (con la cual Pablo se hizo un té de coca) e indagaba sobre el viaje.
Con destino a Tres Cruces y minutos pasados de las 8 AM. partimos. El último trecho de ascenso en los que llegaríamos a los 3780 m.s.n.m. mantenía la preocupación de Pablo, mientras lentamente seguíamos ascendiendo.
Luego de almorzar en Azul Pampa, un lugar de unas cinco o seis casas en medio de la ruta 9 (ver foto), retomamos el interminable ascenso hacia Tres Cruces.
Unos 6 km. pasados Tres Cruces vimos dos carteles, el primero indicaba los 3780 m.s.n.m. a los que nos encontrábamos y a pocos metros más adelante un pequeño cartel que decía “Capilla Vieja”, miramos para asegurarnos que no hubiera nadie y nos zambullimos en el predio sin hacer mucho ruido no fuera cosa que nos sacaran de allí. Minutos después de haber armado la carpa, notamos que era muy probable que lloviera.
Ya cerca de la 1 PM. decidimos emprender el último tramo del día para ver hasta donde llegábamos, teniendo en cuenta la creciente intensidad del viento norte que nos azotaba.
Tuvimos que hacer paradas con intervalos de 5 Km. (por lo menos) debido al cansancio físico y a la frustración por esforzarnos tanto y no avanzar adicionando los perros en jaurías que salían de los ranchos vecinales con todas las intenciones de atacarnos.
Encontramos una tubería de alcantarillado y reposamos como una hora esperando allí mismo que el tiempo se decidiera ya que las nubes grises y truenos luchaban fervientemente con el sol para a ver quien tomaba la delantera. Luego de una hora de reposo y meditación, pensamos que las cosas iban a cambiar.
A pesar de que nuestra buena disposición el viento se hizo más insoportable
Al llegar al Puesto del Marqués a las 5 PM. el viento no cesaba aunque tampoco se incrementaba. Imposible era detener la marcha y bajarnos sin las dos manos puestas en el manillar pues de lo contrario, el viento nos voltearía con bici y todo. No encontramos ningún posible alojamiento a simple vista en este paraje. Agotados decidimos hacer el último esfuerzo del día y pedalear otros 14 km. luchando contra la madre naturaleza y mientras asustábamos a los insoportables perros con piedras.
Ya casi sin sol a las 7. 30 PM. comenzamos a cocinar en un lugar techado que encontramos pegado a la iglesia existente en La Intermedia.
Luego de disfrutar de la pasta (fideos) que nos hubieran regalado en Tres Cruces (el día anterior) nos dejamos caer tal como si fuéramos plomadas en el mar dentro de nuestros nunca antes tan suaves y acogedores sobres de dormir.
Hoy 31 de octubre despertamos con las penumbras del sol naciente a las 6.30 AM. salimos tan pronto como pudimos para no tener problemas con los pobladores de este lugar, ya que en realidad y a pesar de que nos habían visto algunos de ellos, nadie nos había autorizado a dormir en la casa comunitaria de ladrillos de adobe donde habíamos pasado la noche.
La suave brisa en contra que hoy nos acariciaban no pudo evitar hacernos recordar el suplicio de ayer y mucho menos pudo opacar proyectar en nuestras mentes lo que sería para horas más tarde cuando estuviéramos llegando a La Quiaca.
Notarán un pequeño desfase en la altitud... ¿cuál es el verdadero?
Luego de dar algunas vueltas buscando alojamiento para no cruzar a Bolivia (a este país de peligros del que nos habían hablado) ya tan comenzado el día, nos dimos cuenta de que nos estábamos ni cansados y que recién eran las 12:30pm y podíamos pedalear un buen rato más. Decidimos entonces emprender camino en dirección al norte, a Villazón.
Cruzando la ciudad de La Quiaca, República Argentina. A la 1 PM. del 31 de octubre nos chocamos con la aduana y luego de realizar los trámites migratorios correspondientes, a las 2 PM. ambos teníamos la autorización para quedarnos en este místico, humilde y tan tradicional país, República de Bolivia.