Con el mundo a mi favor, conocí a semejante personaje en Janajpacha y, pese a que aquel comienzo y por algunas semanas no nos entendíamos (no nos llevábamos bien), logramos luego de abrirnos y permitirnos cambiar tanto uno como el otro, una comunicación a otro nivel, de una manera diferente.
A Imra lo quiero mucho y me hizo saber que estará en Lima a principios de noviembre y solo por unos días hasta que su vuelo de vuelta a Madrid, parta el 4 de noviembre. Por otro lado, las cubiertas (llantas o neumáticos) están muy gastadas, llevan más de 4mil kilómetros y pincho casi a diario porque están muy finas, muy desgastadas.
Sumado a lo antes mencionado, Vanessa que es la anfitriona en Lima (una amiga de Jazmín) me escribió explicándome que podría recibirme en la primera semana de noviembre ya que luego se complicaría un poco por su trabajo.
Estoy a 400 kilómetros de Lima y además de que el tiempo me apremia, estoy necesitando un descanso y me vendrá bien quedarme en la capital peruana unos días para actualizar el blog y descansar las patitas.
Luego de un fuerte abrazo con mis dos amigos, Muñoz y Morante, salí hacia la carretera principal, la Panamericana Sur. Muñoz dio la voz a la policía de carreteras que se ubicaba en el peaje para que me "apoyara" (un término que se utiliza aquí en Perú refiriéndose a ayudar) consiguiéndome un camión que me llevara hasta Lima sin cobrarme.
Estuve algo así como 10 minutos parado allí, en el peaje, y me llamó un policía avisándome que ya tenía un camión que iría hasta Lima. Me acerque, Tony se bajó y me ayudó a subir la bicicleta. Entre carretillas, caños de PVC, plásticos, bolsas de cemento y otros materiales de construcción hube de viajar esas centenas de kilómetros.
Al llegar a Chincha, a una hora (más o menos) de distancia de la capital, el camión se detuvo. El Sol se estaba poniendo y el paisaje era muy bonito. Más bonito fue cuando me abrieron la puerta del camión y pude bajar a visitar el baño…; más hermoso fue cuando estos tres caballeros que viajaban en la cabina, me dijeron que me invitarían a comer (yo no probaba bocado desde la mañana y eran casi las 18hs y eran nulas mis intensiones voluntarias de ayunar).
Almorzamos juntos, compartimos unas conversaciones donde me enteré del amor que Tony -el chofer- sentía por Uruguay y por eso no había dudado de llevarme. El era marino mercante y trabajaba a veces en Uruguay país que quería mucho, particularmente porque tenía un pedazo de su corazón en Fray Bentos. (Costa oeste de Uruguay)
El tema es que no solo me llevaron durante 400 y pico de kilómetros sino que además, me invitaron a almorzar y al llegar a Lima, me prestaron su celular para que llamara a Vanessa quien llegó a los 10 minutos de haberla llamado.
Con un abrazo como si me conociera de toda la vida, esta pequeña y simpática mujercita me recibió en la ruidosa noche limeña. Partimos hacia la casa de sus papás donde llegamos apenas 20 minutos más tarde luego de una lenta pero estresante caminata por el tráfico automotriz capitalino.
Su familia me recibió como parte de ésta y por el motivo que sea, me sentí muy pero muy cómodo y bienvenido. Su mamá me preparaba el desayuno y ella –Vanessa- durante los 9 días que pasé en la capital, me despertaba antes de ir a su trabajo con un gran abrazo, una sincera sonrisa en su angelical rostro y un vaso de jugo de naranja.
Me cedió su dormitorio y computadora para que trabajara tan largo y tendido como yo quisiera con conexión a internet gratis.
Finalmente, llegó Imra a Lima y nos encontramos en un centro comercial para saludarnos y compartir todo lo ocurrido en el medio de los meses de abril a noviembre. Al encuentro asistió Vanessa quien pudo constatar el cariño que uno sentía por el otro y rápidamente comenzó a contagiarse hasta el punto de que luego de 3 días, terminamos siendo los tres, muy pero muy buenos amigos; con una confianza indescriptible.
En alguna oportunidad, cenando, entre pizza y pizza, entre cerveza y cerveza, a Imra se le hizo tarde para volver a la casa de su prima (lugar donde se estaba quedando). Se quedó a dormir sin ninguna objeción de los anfitriones y Vanessa nos despertó a los dos igual. Irrumpió en el dormitorio (en el suyo propio que me había cedido) y saltando sobre Imra le dio un abrazo, luego a mí y nos dejó el desayuno allí para irse a trabajar.
Destacamos tanto Imra como yo que -pese a que no es participe de este relato-, concordará conmigo en que Vanessa, es una chica muy sana, muy inocente y sumamente simpática pero al mismo tiempo inteligente, noble, valiente y madura.
No creo que sea posible definir con palabras o describir a una persona de tal relevancia para uno. Admiro, aplaudo y bendigo a quienes se animan a escribir de cosas, de circunstancias, de algo tan complejo como por ejemplo, el amor, la naturaleza, Dios, factores complejos, tan difíciles de negar como de explicar.
Lima es la ciudad más asquerosa, contaminada y violenta en la que he estado en toda mi vida y -considerando que he estado en algunos países, en varias ciudades y diferentes culturas- aseguro que es lo peor de lo peor. Me causó mucho desagrado la capital peruana la que en lo más mínimo, en absoluto y de ninguna manera recomiendo a NADIE.
Con 9 millones de habitantes, se convierte Lima en una ciudad monstruosa en la que para ir de casa al trabajo, uno debe invertir un mínimo de 4 horas diarias. El tránsito es excesivo, el flujo de este es prácticamente inapreciable. Se vive un estancamiento casi que continuo y, se podría decir que es una tortura el "salir" a la calle para ir a la panadería ya que uno debe estar continuamente mirando hacia atrás para asegurarse que no lo vengan siguiendo para robarle o hacerle algo peor.
Lima, encabezando la lista de las capitales sudamericanas más contaminadas es una ciudad, para mí y sin duda, sumamente violenta, agresiva, insegura y es muy desgastante el caminar incluso, por las calles del centro donde está prohibido el transporte público (solo permiten taxis). Está muy de moda el tomar un taxi en cualquier punto de Lima y que se lo lleven a otro lugar, lo asalten y muchas veces, hasta lo lastimen si no tiene que entregar.
Existe una cuota que los vecinos deben pagarle a los ladrones para que sus casas estén "seguras" y si un día, uno hace la opción de no pagarla más, se atiene a las nefastas consecuencias que pueden pagarse incluso, muchas veces hasta con su vida.
La plaza de armas
Es realmente muy bonita y evidentemente por lo antes descrito, desentona mucho con el resto de la ciudad. Allí incluso está prohibido tocar la bocina; bueno, de hecho, la ley prohíbe tocar la bocina en Perú, pero en la plaza de armas, es en el único lugar de Perú que pude constatar el respeto de la ley.
Conversando con Imra, mientras tomábamos mate sentados en los bancos de la plaza de armas, se aproximó un guardia público y me pidió que me sentara correctamente.
Yo no estaba acostado en el banco ni pisándolo, pero me sentaba con una pierna hacia un lado y la otra hacia el otro del mismo asiento, es decir, estaba sentado en el mismo banco que Imra mirándolo a él de frente. Yo estaba tan confundido que pensé que era una broma, lo quedé mirando y el caballero continuaba firme y serio con su robótica cara de Terminator. Hube de darme cuenta segundos más tarde que era un zombi más de esta sociedad gris, violenta y mecanizada. Giré mi cuerpo 90 grados y continué conversando con Imra de lado mirándole a este robot con mi ya conocida cara ácida por muchos/as de los/as que me conocen desconforme.
Luego de asegurar su boleto aéreo –Lima-Bogotá-Madrid, Imra se alistó para dejar el hermoso continente sudamericano y lo acompañé el 4 de nov. según lo pactado al aeropuerto. Luego de una linda despedida (normalmente no me gustan) le dije –hermano, ¿cuándo nos volveremos a ver?, se que será muy pronto, lo siento, pero ¿dónde?- Allí, en ese punto comenzaron las bromas de que perdería el avión, de que tuviera cuidado con las azafatas, etc, etc.
Horas más tarde, llama este peculiar individuo a lo de Vanessa diciendo que había perdido el vuelo estando sentado enfrente de la puerta de embarque.
Resultó ser que este individuo, había sido avisado de que el avión estaba media hora retrasado y él, entonces salió a dar unas vueltas y se enamoró, se "shoqueó" por Carolina.
La vendedora de la tienda de recuerdos, era según él la describe, un ángel, una belleza de mujer. Allí quedó el muy pasmado y luego, entre risas y más risas, nos contaba que sus oídos escuchaban que lo llamaron como 10 veces por los altoparlantes, pero que algo impedía que esa información, llegara a su cerebro y fuera procesada.
Otra vez compramos pizzas y festejamos mis predicciones. Al parecer, el lugar en el que pronto nos veríamos, era Lima….!!! Al siguiente día, ya seguro de que se iría sin cometer más c… errores, no lo acompañé.
Al día siguiente recibí un correo de que ya estaba en Madrid.
Adolfo, el papá de Vanessa, me obsequió la cubierta trasera y yo compré la delantera. 35 soles no fue algo muy barato cuando las cubiertas comunes salían 12; pero tuve que pagar el precio pues luego de dar muchas vueltas hasta inclusive en internet, Bicicentro, eran los únicos ladrones disponibles en toda Lima a los que les podía comprar lo que necesitaba.
Quisiera no ser injusto y reconocer lo único que me gustó de Lima además de la hospitalidad e incondicional cariño brindado por la familia de Vanessa.
El paseo de las aguas mágicas que se encuentra cerca del centro de Lima es lo único que seguramente valga la pena visitar por unos 3 o 4 soles que sale la entrada.
El espectáculo es algo espectacular, con luces sincronizadas con música y alta tecnología. Los efectos visuales son increíbles y realmente es muy bonito el momento que uno pasa allí, dentro de ese hermoso lugar con pasto y sin más ruidos que los del agua y la música clásica proyectada allí con imágenes sobre el vapor que el agua genera.
En conversaciones con Imra, reiteradas veces nos comentaba su visita a Caral, con Vane nos mirábamos hasta que un día, le propuse de ir. Sin mucha vuelta coordinamos una fecha y hora y decidimos ir a Caral pero claro que no en bicicleta, sino en bus.
A 187 kilómetros de Lima, tras 3 horas y media de bus, llegamos a Supe. De allí, tomamos un colectivo (un taxi privado que junta 6 personas y apelmazadas las transporta hasta un lugar en común)
Luego de una media hora a cuarenta minutos, llegamos a Caral, o bueno, hasta donde nos dejó el colectivo y caminamos 30 minutos más hasta llegar al lugar en cuestión.
Allí, tras pagar una cara entrada (11 soles) comenzamos el recorrido con el muy experimentado guía, su nombre es Carlos.
Caral es un pueblo que da nombre al sitio arqueológico al que fuimos. Éste, es un lugar como muy pocos en el mundo lo son. Con más de 5000 años de antigüedad, Caral se sitúa en 3er lugar –luego de la Mesopotamia y Egipto- en la pirámide de las civilizaciones más antiguas que se conocen.
Pirámides también, son las que se encuentran allí. Ocho pirámides, 2 templos y 3 viviendas es lo que hasta el momento se ha descubierto. Treinta y dos montículos están en excavación y se avanza muy lento porque es uno de los pocos sitios arqueológicos en Perú en los que no se modifican los hallazgos. Se fotografían como se encuentran, se numeran las piedras y se desmontan. Vuelven cada piedra exactamente a la posición en la que estaba y la aseguran con adobe proveniente del mismo lugar y usando la misma relación agua-arcilla; todo este proceso se denomina Anastilosis.
Caral era una sociedad pacífica precerámica, por lo que las figuras antropomórficas halladas hubieron ser secadas al sol. No se encontraron armas en los 15 años de estar trabajando allí pero si instrumentos musicales similares a la quena (pero con solo 3 agujeros) lo que da la pauta que habían manifestaciones culturales. Cocinaban sus alimentos sobre piedras directamente, sin utensilios de cocina. Por exámenes de excremento que allí fue hallado, se concluye que comían frutas silvestres, lúcuma, pacay, guanábano, calabaza y pescado como alimentos principales. En sus lugares de ceremonias o rituales, tenían fogones en el centro, éstos eran de libre acceso y por el color de la arcilla, se entiende que existía fuego permanente el que disponía de un canal especial de aire que actuaba de fuelle para avivarlo.
Aparentemente, una inundación ocasionó la migración de este pueblo según nos explicaba el guía, el muy buen guía Carlos que nos despejó absolutamente todas las preguntas que teníamos y con lujo de detalles nos mostraba cómo los muros estaban justamente caídos en los lugares donde se veía un canal muy grande en la tierra donde, presumiblemente fue que pasó esa gran cantidad de agua en algún momento hace 5 mil años, obligando a esta gente a migrar a otros sitios.
La ecología era primordial para esta civilización ya que nada era desperdiciado y cuando por ejemplo, una de las pirámides se deterioraba, no se destruía sino que se superponía y se construía allí otra. Increíblemente, hasta la fecha son solo 5 personas las que han sido halladas, curiosamente, una de ellas, es un niño que seguramente, luego de muerto lo colocaron dentro de una de las pirámides más importantes y se encontró dentro de un muro. Se cree que era el hijo de un personaje muy importante y eso fue señal del valor e importancia que éste individuo representaba para su pueblo.
El regreso a Lima fue eterno, el tránsito era muy lento pero finalmente llegamos. Nos bajamos del bus y a las tres cuadras, tras un intento de robo, buscamos un taxi y huimos del centro de esta ciudad de mierda.
Continuará
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