2 nov 2008

CAPÍTULO 3: BOLIVIA (I)

Bolivia



De Villazon a Tupiza



720 horas nos restan para absorber lo más que podamos de esta cultura andina antes de tener que volver a gestionar otro trámite migratorio, seguramente para solicitar más tiempo de estadía.

Villazón como mencionábamos, es la primera ciudad boliviana con la que nos encontramos, ya advertidos desde la Argentina y sinceramente no hay que ser muy audaz para darse cuenta de que este pueblo grande es bastante inseguro. Comenzamos a buscar a cuatro ojos un lugar seguro donde cambiar dinero sin que nos sintiéramos muy observados ni nos dieran billetes falsos, lo cual es muy común en este país. El cambio eran 7 bolivianos por dólar (que no teníamos) y 2 bolivianos por un peso argentino, estando el dólar en Argentina a 3.1 el peso argentino al dólar. Si bien hubiera sido ideal cambiar todos los pesos argentinos a dólares y éstos a bolivianos, por falta de experiencia, presión de tantas caras desconocidas observando las bicicletas que estaban afuera, nuestra apariencia y el tono extranjero con el que hablábamos, en el cambio nos vimos perjudicados convirtiendo nuestros pesos argentinos en bolivianos. Sin muchas intenciones de ninguno de los dos en quedarnos en este sitio, seguimos la calle de tierra la cual es la entrada a Bolivia por este punto del país y nos encontramos a unos 3 km. de "la tranca"; así es como se denomina en Bolivia a los controles policiales que en general, están a la entrada y/o salida de muchos pueblos vigilando el tránsito. Ya en Bolivia es uno de los países de América y del mundo donde se consume más cerveza, parte de la función de estas trancas es controlar los chóferes, sobre todos las flotas (como llaman aquí a los ómnibus o buses de transporte de pasajeros) debido a la peligrosidad de sus rutas.

Como decíamos, en la primera tranca boliviana que nos encontramos, paramos para averiguar de una fuente de relativa confianza, la policía nacional, sobre las distancias y el estado de las rutas.

Estos tres km. habían sido bastante feos, pero sobre todo en el último km. justamente estaba todo el camino hacia el norte, ya fuera en dirección a Potosí (donde comenzaba el asfalto) o en Oruro (pasando por Uyuni) donde según nos contaba este caballero, terminaba el suplicio.

Pasaban segundos apenas desde que recibiéremos estos datos cuando llegó el camión amigo, este camión se dirigía hacia Mojo, un pequeño poblado según nos dicen que quedaba a unos 30 km. de allí. Cuando el chofer terminó con sus gestiones en la tranca, le explicamos nuestra delicada situación en la que entre otros factores le mostrábamos que ni nosotros ni mucho menos la s bicicletas estaban preparadas para este tipo de terreno. Le hacíamos ver que teníamos mal repartido el peso (casi todo sobre la rueda trasera) por lo precario de nuestro viaje y que nuestras cubiertas eran demasiado finas; así mismo no estuvo demás el ya clásico comentario "no tenemos mucho dinero" y tras la pregunta: ¿nos podría llevar? El amable conductor respondió que por supuesto y hasta nos ayudó a subir toda la carga al camión conjuntamente con los pasajeros que viajaban pagando. Es sumamente común que los camiones que van vacíos o semivacíos por un poco menos de los que cuestan las flotas transporten pasajeros, en general campesinos, mineros, cholitas es este país.

Cholitas es otro nuevo termino, así llaman a las mujeres que conservan las tradiciones en Bolivia, es muy simple reconocer a una de estas en cualquier sitio- Comencemos de pues a cabeza, zapato o sandalia de taco bajo, medias de lana o elásticas (cancán) hasta la mitad del muslo, pollera (falda) hasta media pantorrilla o tobillo con vuelo bastante amplio lo cual le facilita mucho al momento de hacer sus necesidades fisiológicas hasta en la misma calle, donde al levantarse de uno claramente nota el charquito, camisetas o blusas de manga corta o larga y también bastante. Sus trenzas negras, sumamente tirantes a media espalda o hasta la cintura (una o dos, pero nunca más), muchas de ellas también usan un sombrero tipo Charles Chaplin.

Como íbamos contando, en el camión, viajaban otros diez hermanos bolivianos, varios de ellos eran este tradicional personaje que describíamos anteriormente. Una de estas cholitas comenzó a sonreírnos dejándonos ver el verde de la naturaleza entre sus dientes (ya que pasan coqueando) y la falta de ellos. No demoró mucho en entrar en confianza y sentada con las piernas cruzadas, con su avejentado rostro, aunque con mucha energía vital, simpáticamente nos sonreía y nos comenzaba a hablar en quechua. Nosotros nos mirábamos y le sonreíamos diciendo que sí, sin entender media palabra de los que decía.


Este trecho de 30 km. se transformó en casi una hora de camión para llegar al pueblo donde nos bajamos todos. Al llegar a Mojo nos preguntamos a nosotros mismos si seríamos capaces de realizar unos 15 km. hasta Arenales, el pueblo más cerca que teníamos en dirección al norte ya que aún era temprano y sólo eran 15 km.

Este trayecto comenzó con dificultades, pero era posible, afortunadamente teníamos un fuerte viento cruzado y noreste. Se preguntarán entonces porqué decimos afortunadamente si este fuerte viento estaba en dirección casi opuesta a la que nos dirigíamos. Pues la explicación es muy sencilla, cualquier ciento que nos permitiese ver era una bendición, por más fuerte que fuera, pues en estos caminos de tierra, al pasar cualquier vehículo deja una nueve de tierra, polvo y arena suelta en al aire y esta no sólo dificulta bastante la respiración sino que además ciega parcial o totalmente la visibilidad.
El transcurso de los primeros kilómetros como mencionábamos, fue incrementado su dificultad a medida que nos fuimos topando con un desvío tras otro en los cuales había que salirse literalmente del trayecto marcado y circular a pie por la arena o ir a paso de peatón por la calamina.



Esta nueva participante se integraría como si fuera parte de nuestro equipaje o nuestro viaje.
¿Qué es la calamina? en Argentina se le conoce como serrucho; la calamina son ondulaciones de unos 2 a 4 cm. de profundidad en sentido transversal a la dirección del camino, según nos explicaron tanto en Argentina como aquí se producen en estos caminos de tierra por el mismo desgaste ocasionado por los vehículos, obviamente el que mayor responsabilidad tiene es el tránsito pesado quien valga la redundancia, por su peso cala más profundamente y acentúa este problema.
Para finalizar con la calamina lo que queremos explicar es que circular en bicicleta sobre esta es como intentar empujar un carrito de supermercado por encima de palos de escoba adheridos a la superficie.

Luego de pasar por varios badenes completamente cubiertos de arena, enterrados hasta 3 o 4 cm. ambas ruedas; con los riñones y la columna (sobre todo la zona lumbar) bastante golpeada por el ajetreo de la ruta llegamos a Arenales. Pueblito muy simpático, de gente tímida, pero bastante curiosa.





Sin dar muchas vueltas conseguimos algunas opciones de alojamiento, por comodidad, ya que no teníamos que armar la carpa y era un lugar cerrado nos quedamos en la escuela de este humilde pueblito.
A unos 200 metros. de nuestra escuelita se encontraba allí un campamento bastante grande de la empresa privada que han comenzado ya hace algún tiempo con la refacción y asfaltado del sur potosino (departamento en el cual nos encontramos).
Wilfredo, el encargado, prefirió esperar un par de horas a que llegara el dueño de esta empresa para autorizarnos a bañarnos allí ya que en la escuela no había duchas. Mientras preparábamos nuestro ya viejo y conocido fiel amigo, concluyó el tiempo de espera de Wilfredo conjuntamente con el nuestro. Allí salió Pablo con la toalla y el jabón de lavar ropa a higienizarse hecho que repitió Jazmín más tarde y que no se ejecutaba hace unos cuatro días para ninguno de los dos desde Tilcara, Jujuy, Argentina.



La encargada de la escuela que nos hubiera permitido hospedarnos allí también nos ofreció usar agua y las piletas que allí había para cocinar y/o lavar ropa que mal no nos venía. De este modo llenamos un latón o palangana de 30 litros y dejamos la ropa remojando para adoptar nuestra clásica posición horizontal nocturna.
Debido a la cantidad de mosquitos, a pesar de que análogamente nos hubieran dicho que en esta época y en esta zona no habían, armamos nuestra carpa para descansar tranquilos y no cachetearnos durante toda la noche.

Hoy es el primer día de noviembre, poco después de lasa 6 AM estamos levantados. Durante toda la mañana y hasta las 1 PM refregamos y refregamos, escurrimos, colgamos y secamos toda la ropa. Paralelamente a esto tratamos de conseguir pan, queso o leche, pero nos fue imposible debido a las pequeñas dimensiones de este pueblo. Nos llamó mucho la atención que ni siquiera hubiera pan, pero nos explicaron que por ser fecha de los santos nadie cocinaba pan para vender; era feriado.


Hacia las 2 PM y completamente negados a pedalear por las rutas antes mencionadas salimos en dirección a la terminal de flotas que era en realidad un lugar de unos 20 metros techado al costado de la polvorienta y arenosa ruta con la esperanza de que apareciera alguna flota o ya mejor algún camión o camioneta que gratuitamente nos llevara hasta Tupiza; ciudad la cual nos habían dicho que ya tenía un tamaño interesante.
No habían pasado más de 45 minutos cuando comentando con alguno de los lugareños nuestras aventuras, uno de ellos nos comenta que tendríamos que tener mucha suerte para que alguna movilidad nos llevara gratis (movilidad= todo tipo de vehículo) ya que por ser feriado hasta las flotas escaseaban.
Pasados unos 4 o 5 minutos de ese desalentador comentario llegó una camioneta a la que sin dudarlo nos lanzamos y haciéndole el mismo cuento (del día de ayer) decidió ayudarnos. A pesar de que iba con un poco de carga nos llevó hasta Tupiza.




Durante estos 42 km. de recorrido y a pesar de la dureza del terreno disfrutamos como pocas veces en todo el viaje.



Los paisajes primero sinuosos, pero con vistas espectaculares, luego al llegar a una zona llamada "Entre ríos", hicimos un pequeño safari 4x4, cruzando primero pequeñas playas de arena para luego entrar a una especie de valle donde nos sumergimos hasta casi la totalidad de la altura de las ruedas en varios lagunones formados por estos ríos que se cruzan sin ningún respeto ni reparo a lo largo y ancho de todo este tramo.



Luego de pasar por dentro de un cerro a través de un túnel de roca viva en la que difícilmente entraba un solo camión (no más de 3,5 metros de ancho en su totalidad) desembocamos nuevamente en más ríos que cubrían parcialmente el camino serpenteándolo.




Para las 5.45 PM estábamos en Tupiza.



Luego de dar vueltas por el pueblo y pasar a pedir alojamiento a la policía nacional (la cual no hizo más que tomarnos del pelo) hasta por nuestros ya conocidos ladrones; "grupo de alberguistas" ( que nos querían cobrar $ 36 bolivianos a cada uno luego del 10% de descuento). Terminamos en la residencial "El Rancho", quienes nos cobraron $ 35 bs por los dos (unos US $5).

Hoy 2 de noviembre y antes de la 7 AM con las bicicletas y la carga en un lugar relativamente seguro salimos a recorrer la bonita ciudad de Tupiza.
Por primera vez probamos comida boliviana en su propio territorio. Allí nos sirvieron a nuestra elección, por supuesto, lo que describiremos a continuación:

Un api (vaso lleno de harina de maíz amarilla y morada con azúcar, leche en polvo, hervido y acuoso) el cual es bastante sabroso y nutritivo, pero demasiado dulce. También nos sirvieron pasteles (especie de empanadas muy delgadas rellenas, supuestamente, de queso y fritos en grasa de cerdo.
Después de pagar $5 bs cada uno y terminar de recorrer el mercado central de Tupiza nos fuimos al cyber a dar señales de vida. Allí Pablo se enteró de que le habían clonado la tarjeta de crédito (extensión de sus papás) y le habían hecho un agujero de más de 3 mil dólares.
Afortunadamente y como ustedes se darán cuenta, si vienen siguiendo las historias, que esta fue usada únicamente en Salto, Uruguay, el 6 de septiembre del corriente año con la previa sugerencia de Silvia (la mamá de Pablo), únicamente en el revoltijo donde la cajera pasó la tarjeta delante de sus narices; cobrando el dulce de leche, y en la pizzería Azabache donde para cobrar el mozo se lo llevara de en frente a nuestros ojos...

Luego de algunas llamadas al Uruguay, entre que confundido y decepcionado de lo que había acontecido, Pablo se dio cuenta de que con amargarse no podía cambiar el pasado por lo que con el mejor de los humores que pudo continuamos el recorrido por la ciudad.

Allí conseguimos por $20 bs los dos un espacio común en el hall de la residencial Terminal con derecho a cocina y por supuesto a baño. De allí a internet para continuar con la tarea del blog donde otras 3 horas fueron invertidas por Pablo mientras que Jazmín era ahora quien tomaba la posta de averiguar precios caminándose de arriba abajo toda la ciudad para llevar al cyber la merienda (once).


El día no se hizo muy largo y seguidamente de una pasta con tomate, queso y huevos nos fuimos al sobre.




Hoy cumpleaños de Andrés (hermano de Pablo, mejor conocido como Marley) siendo las 5.45 y luego de viajar por más de 8 minutos hasta La Tierra, la luz y el sol golpeaba nuestros párpados.




Aunque no lo mencionáramos en el día anterior, otra de las misiones que tuvimos fue buscar transporte, precios y horarios. Lo más conveniente era el tren que por $24 bs nos llevaría hasta la ciudad de Uyuni. Las flotas hacían este recorrido en casi la mitad de tiempo, pero su costo era de $50 bs por lo que la mejor opción claramente era el tren. Luego de desayunar tranquilamente, una vez más en el Mercado Central, nos paramos en la fila que ya había en la estación de tren, esperando que fueran las 8 AM para que nos informaran de que por motivos del feriado que aún continuaba ya no había más asientos.

Continúa en "BOLIVIA (II)"

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