21 nov 2008

CAPÍTULO 3: BOLIVIA (IV)

Continuación de "BOLIVIA (III)"





De Uyuni a Potosí (capital)



El viernes 7 de noviembre, tempranito, con la ropa lavada y casi totalmente seca salimos al encuentro de los personajes que mencionábamos el día de ayer y a buscar algo para desayunar.
A través de Internet en una de las páginas que se encuentran en el blog (SECCIÓN DATOS ÚTILES) conseguimos dos almas bondadosas; Teodora y Florencio en Potosí, capital de este departamento, que ofrecen su casa completamente y desinteresadamente a los ciclistas extranjeros que deseen parar allí algunos días. Por este motivo inmediatamente luego de conseguir desayuno llamamos a Teodora para confirmar nuestra llegada el día de hoy confiando en nuestros amigos de meteorología que llegarían en el correr de la mañana al punto de encuentro que habíamos fijado. Hablamos con Teodora y aunque un poco confundida nos dijo que nos habia problema y que llegáramos cuando quisiéramos.

Saliendo de la cabina telefónica Pablo se encuentra con la camioneta de meteorología y sus tres ocupantes que descendían de ella en ese momento. Este se acerca a Omar, el encargado del grupo y este un poco avergonzado le muestra en la caja de la camioneta un artefacto que la ocupaba casi entera, seguido el comentario de que les habían dado las herramientas de trabajo sin haberles dicho nada previamente. Ya sin mirarnos a la cara, como es típico aquí en Bolivia, de la mayoría de la gente, Omar nos pidió nuevamente disculpas y nos dijo que lógicamente nosotros no entrábamos, ni nuestra carga, ni ellos y la suya. Aunque un poco desorientados respecto a lo que íbamos a hacer a continuación, pero respetando lo que la vida nos daba en ese momento nos miramos volviendo al Hostal y preguntándonos que íbamos a hacer y coincidimos los dos en que podía ser peor y empezamos a cantar una canción de un grupo uruguayo que comienza diciendo “todo puede estar mucho peor, aunque todo este mal todo puede empeorar, así que empieza a disfrutar” y siguiendo los consejos de G. Peludo (el vocalista) empezamos a sonreír recordando esta canción de Trotsky Vengarán.

Preparamos nuestras cosas y viendo la hora, además de darnos cuenta de que debíamos salir, pues se nos hacía tarde, nos cobrarían además otro día de alojamiento, lo cual estábamos totalmente indispuestos a pagar.
Ya con la bicicletas cargadas comenzamos a dar vueltas por la ciudad buscando quien nos iba a ayudar esta vez, primero un camión que estaba roto, otros que no iban para Potosí, otros que sí, pero estaban muy cargados, otros que sí iban, pero salían muy tarde, por lo que llegarían también muy tarde a Potosí y ya habíamos avisado a Teodora que nos esperaba en un horario prudente.


Una vez mas como una pelota de tenis, de un lado hacia el otro, hasta que finalmente paró una volqueta, como se llaman a los camiones que transportan material de las minas. Se detuvo antes nuestras señales y nos ofreció llevarnos, pero nos preguntó cuanto le pagaríamos. Teófilo, un caballero de unos 50 años con su sonrisa dorada viajaba con su hijo regularmente de Potosí a Uyuni transportando cal y volvían a Potosí para ver si tenían que hacer otro viaje a su casa en Sucre. Luego de un delicado trabajo psicológico nos dijeron que subiéramos, que nos llevarían gratis, pero que llegarían bastante tarde a Potosí porque pararíamos a cenar a 45 kilómetros de nuestro destino en un pueblo llamado “Agua de Castilla”, el viaje es indescriptiblemente duro, nunca en todo el viaje, ni siquiera en los primeros kilómetros que hicimos en bicicleta dentro de Bolivia respiramos y absorbimos tanta tierra. El continuo sonido ensordecedor de las vibraciones metálicas de la caja del camión por el pésimo estado del camino se prolongó durante varias horas. El viento en sentido a favor de la dirección en que íbamos hacía que casi todo el tiempo fuéramos chupando toda la tierra que levantaba el camión a su paso durante estos 150 kilómetros hasta Castilla.


Injusto es dejar de mencionar que de a ratos se veían espectaculares paisajes comenzando por la vista del salar desde los 4117 m.s.n.m. en uno de los lugares que pasamos llamado Pulacayo


Ciclista asiático que no aceptó subir al camión y decidió sucimbir en un suicidio seguro (no lo constatamos pero era muy sencillo de imaginar una vez realizado todo el trecho que hicimos en camión)

Ya para las 7 PM presenciando una preciosa puesta de sol llegamos al lugar donde cenarían Teófilo y su hijo Kenny quien a pesar de sus 22 años (lo cual no lo habilitaba para manejar un camión de semejante tamaño) trabajaba haciendo esto hace 4 años.
Descendimos del camión sin nuestra carga y luego de comprar panes, queso y rellenarlos con un poco de tomate que nos quedaba fuimos a una “pensión” (denominación para los pequeños restaurantes populares) donde los comimos sin ningún reparo o vergüenza acompañándolos de un té cada uno que allí sí compramos.

Llamándo por fono a nuestros futuros anfitriones potosinos para explicar nuestros motivos de la llegada fuera de hora nos dijeron que no importaba la hora mientras fuera antes de las 11 PM que cerraban la tienda. Una vez cenados ellos y merendados nosotros, con bastante frío y ya predisponiéndonos a que íbamos a pasar en la caja del camión por la hora y la altura a la que estábamos, recibimos la excelente noticia de que viajaríamos dentro de la cabina del camión italiano, con calefacción y musica.
Ya siendo de noche partimos a las 8 PM para realizar los 45 kilómetros restantes y completar los 208 desde la salida de Uyuni.

Ya a pocos kilómetros de nuestro lugar de partida, Aguas de Castilla nos explica Kenny que la zona a la que vamos; Villa Venezuela, es muy peligrosa en la noche, este nos sugiere que durmamos en la caja del camión y que salgamos temprano en la mañana, ya que ellos tienen que pasar la noche allí, en la planta (donde averiguarán al día siguiente si deben volver a viajar o no a Uyuni con más carga). A nosotros nos parece una buena sugerencia así que pasamos la noche a la intemperie de la caja del camión.

Hoy 8 de noviembre despertamos en penumbras y luego de una lavada de dientes e intercambiar nuestras direcciones de Chile y Uruguay nos enteramos que el amigo Teófilo, por motivos laborales, no sólo sí había salido de Bolivia (lo cual su aspecto físico y su forma de expresarse no lucía) sino que además había vivido en Suecia, Holanda e Italia donde hubiera comprado el camión. Un poco sorprendidos partimos en bicicleta, despidiéndonos de nuestros amigos encubiertos para completar otros 12 kilómetros desde la planta donde pasamos la noche a Potosí.

Todo en subida fue recorrido hasta la tercera ciudad más alta del mundo (la segunda en América) con 3826 m.s.n.m. en la plaza 10 de noviembre.

A las 10 AM y sin desayunar, lo cual a Jazmín le afectó muchísimo, entre ganas de vomitar y mareos se quejaba, logramos dar con la casa de Florencio y Teodora Ramos.
Con cero experiencia en esto nos presentamos a Teodora que era quien atendía la tienda en este momento y llamó a su hijo José Luis de 24 años para que nos abriera la puerta. Mientras entramos las bicicletas salió de una pieza que como todas en esa casa desembocaban en el patio central, Don Florencio.


Continúa en "BOLIVIA (V)"

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