24 dic 2009

CAPÍTULO 5: ECUADOR (I) Aguas Verdes – Santa Elena




Continuación

"Mañana martes 22 de diciembre, saldré para Ecuador que está a menos de 2 kilómetros de aquí; de hecho, el sitio de migraciones de Perú está a 100 metros de la CGBVP Nº87. (Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú)"

Entrada a Ecuador y primeros 400 kms.

El 22 de diciembre salí según lo previsto para sorpresa de mis amigos los bomberos que ya creían que me iba a quedar a vivir puesto que venía postergando y postergando mi partida. El motivo es que estaba muy cansado y necesitaba un par de días de reposo y comer bien y regenerar los tejidos cutáneos que el Tata Inti había carbonizado.








Aquí adjunto fotos tomadas en el cuerpo de bomberos de Aguas Verdes

Aguas Verdes es un pueblito muy pequeño, fronterizo y sobre la misma línea de división de ambos países el movimiento es sumamente intenso. Cruzando de un país a otro en más de un momento me preocupé por las caras que me rodeaban y sobre todo, cómo me miraban. Luego de recorrer la corta distancia que me separaba de la oficina de migraciones peruana y hacer los trámites pertinentes, me dispuse a enfrentarme a un nuevo país, a una nueva oportunidad de crecer es decir, a un nuevo día.

Salí medio tarde en la mañana peruana, como a las 10:30 am.
Crucé la frontera sin que nadie me detuviera o intentara nada más que la típica impertinencia de querer pasar por encima de uno cuando hay camiones y triciclos llevando toneladas de carga y contrabando "hormiga" como le dicen a los que cruzan de un país a otros en esos triciclos (bicicletas con tres ruedas y una sección muy grande para carga)



A los pocos kilómetros y ya un poco confundido, comencé a preguntarme y a preguntar a los transeúntes dónde estaba la oficina de migraciones ecuatoriana para hacer el trámite de ingreso.

A los 3 kilómetros de haber entrado a Ecuador apareció esta. Había una fila considerable así que me bajé de la bici y pacientemente esperé mi turno. Me preguntaron cuanto tiempo a lo que mirando la bicicleta respondí… 900 días (sabiendo que me darían un máximo de 90). Me aseguré que mi cédula de identidad uruguaya fuera útil para ese trámite sin tener que sacar el pasaporte que aún, luego de 7000 y pico de kilómetros viene cerrado en su bolsita hermética.

A mi respuesta de 900 días el oficial de rió y me preguntó por River… Le dije que era uruguayo no argentino y que no entendía ni me interesaba el futbol. El tipo se rió con mi primer y segunda respuesta y me dio los 90 días.

Los primero kilómetros fueron espectaculares. ¡No había sol, viento ni bocinas!
El tránsito era muy concentrado pero también muy rápido y fluido. Repito que no había bocinas de irrespetuosos e impertinentes conductores (como abundaban en Perú)

Con el kilómetro número cero, puse un poco de música al día y comencé el pedaleo hacia algún lugar incierto. Al comienzo quería llegar hasta Machala, pero cuando note que pese al cansancio apenas había hecho 60 kilómetros me decidí a aventurarme hasta el otro pueblo sonriéndome.



El camino fue un poco estresante debido al tránsito, pero éste es muy respetuoso y si uno no tiene la voluntad de hacerse a un lado para dejar pasar al tránsito que viene en su mismo sentido, frenan y esperan al ritmo del pedaleo de uno sean camiones, buses o automóviles particulares sin tocar ni una sola bocina.

Todo el camino con esa sensación que venía de Perú de estar continuamente mirando por el espejo para que no me atropellaran, pero poco a poco fui fluyendo y re-acostumbrándome al tráfico ecuatoriano.

Limpio y fresco, muy rápido pero ordenado y respetuoso. Cuando ya empezaba a notar el cansancio de 90 kilómetros me crucé con un colombiano que venía de Bogotá. El llevaba unos 15 a 20 kgs. y viajaba muy rápido, recorriendo unos 150 kilómetros diarios. Esa mañana había salido de Guayaquil y se disponía a llegar a Machala.

Me dijo que le metiera duro que a unos 15 kilómetros estaba Camilo Ponce Enríquez. El amigo pagaba hostales y a veces hasta hoteles; llevaba 22 días de viaje hasta ese entonces y evidentemente contrapuesto con mi caso, el asunto económico no era un freno para él.

Gusto me dio de conocer a este joven que acertó y a los 16 kilómetros me encontré con ese pueblo. Directamente y sin preámbulos averigüé donde estaba la compañía de bomberos y me dijeron que había cuerpo de bomberos y que estaba a la salida del pueblo.



Me presenté en el cuerpo de bomberos del pueblo y me dijeron que me quedara, que no había problema alguno. Me asignaron una habitación techada pero abierta, como una especie de barbacoa o garaje subterráneo en el fondo de ésta. Allí había ducha, baño y cocina. Me bañé, descansé un rato y me fui a internet que llevaba unos cuantos días abandonado de la sociedad.

Volví con muchos mails por leer y muy cansado pero ya cenado por un dólar un plato de arroz con menestras (lentejas) y un vaso de alguna especie de jugo.
Lo sabía obviamente de antes pero no deja de llamarme la atención que un país pueda adoptar como su moneda nacional el dólar, ¡qué vergüenza usar la moneda del imperio como nacional!

Aquí todo se me hace caro. Un litro de leche 65 centavos de dólar, la unidad de pan de 10 a 20 centavos, todo me parece caro incluso, cuando algunas cosas son más baratas que en Perú pero por el hecho de pagar en dólares me duele el c…

Allí en Ponce Enríquez donde pernocté y salí al otro día hacia Naranjal descansé plácidamente y amaneció lloviendo. Toda la mañana vi y escuché llover mientras respondía las decenas de mails atrasados que tenía y de vez en cuando levantaba la vista e intentaba recordad la última vez que había visto llover; ésta fue hacía meses atrás en Bolivia. Para las 13 horas aproximadamente paró de llover conjuntamente con mi conclusión de los últimos mails.



Apronté todo y salí a cubrir los 97 kilómetros hasta Naranjal. El camino fue un poco duro, sobre todo por el viento en contra. Pero los paisajes hicieron de las suyas y me convencían a cada vuelta de pedal para que siguiera un poco más.
Solo había campos y campos de bananas, de hecho me encontré con una marca muy conocida en Uruguay que exporta bananas para dicho país que se llama "Bonita".



A Naranjal llegué con dos rayos partidos. Tanto era lo descentrada que estaba la rueda trasera que hube de soltar los frenos de ésta y viajar solo con los delanteros. Rápidamente encontré el cuerpo de bomberos de Naranjal y chorreando gotas de transpiración por el calor y humedad me fui a buscar una bicicletería para solucionar el inconveniente comentado.



Sin haber almorzado y con un desayuno de 5 panes y dos paquetes de galletitas Oreo con agua, estaba más que destrozado. Logré encontrar una bicicletería en la que me atendieron por fin muy bien (no como en otras dos que intenté minutos antes y solo les restaba escupirme en la cara) y luego de varios minutos de trabajo (como una hora) junto con el apagón concluimos el arreglo de los rayos, el centrado de ambas ruedas y engrase de la masa delantera con el dueño de la bicicletería.

No solo no me quiso cobrar sino que casi se ofende este buen hombre cuando le estiré algo de dinero por su ayuda, "al menos por los materiales" decía yo, pero nada... Con una gran sonrisa en la cara me volví al cuerpo de bomberos y comencé la búsqueda de alimentos.

En Ecuador hay un tremendo problema con la energía eléctrica. No está lloviendo como debería estar ocurriendo en esta época (como en toda la región boliviana-peruana-ecuatoriana-colombiana) y están comprando energía de otros países. Sale tan caro que tienen cortes de luz dos veces al día programados por 1, 2 y hasta 3 horas por lo que es rarísimo ver como un pueblo a las 17:55 (en el caso de Naranjal) se prepara para el apagón. Encienden velas y generadores de corriente alimentados por combustible.

Me llamó tanto la atención que decidí parar en un carrito que venden comida en la calle y comer en la misma calle, sentado en un banco junto con otros a mi alrededor por 1,25 dólares (¡incluida la Inca Cola!) a la luz de las velas y el ensordecedor sonido de los motores de los generadores de corriente.

Algunos pequeños supermercados "mini market" a los que entré, tenían hasta en algunas estanterías junto a los productos velas encendidas pues o mantenían prendidas las heladeras de los productos lácteos y cárnicos u optaban entonces por las luces. Peluquerías cortando el pelo a la luz de las velas, ¡inaudito!, panaderías vendiendo pan sin ver lo que agarraban, el tránsito con dos semáforos habilitados en todo el pueblo y por supuesto que, internet inexistente.



Finalmente, a las 21 horas aprox. Volvió la luz y yo fui a enviarle a mi mamá que era al día siguiente su cumple (el 24 era su cumple) la siguiente foto.



De Naranjal partí temprano tras una tranquila noche. Mi intención era llegar hasta Guayaquil que estaba a unos 95 kilómetros. Decidí desayunar en el camino y paré en un pequeño y precario local de comidas al paso (desayunos y almuerzos) a desayunar un café con humitas (las humitas son muy típicas en Chile, Perú, Ecuador y en Bolivia aunque en éste último país, se las llaman humintas). Por un dólar con 25 desayuné 4 humitas con un café. Claro que eso era para llenar el vacío energético que tenía de haber hecho 18 kilómetros hasta allí.

Pasé por varios pueblitos pero uno en particular era interesante pues se llamaba "Mango" y por supuesto, estaba tapizado de árboles de mangos y vendían a lo largo de todo el pueblo esta fruta a un precio muy económico.



Algunas tragedias también crucé en la ruta y sinceramente, me dio un poco de pena por este animalito que estando en su territorio, fue aplastado por algún vehículo seguramente. No es el único caso, al parecer no solo destruimos la flora sino que también la fauna. Para mí, nadie tiene derecho sobre la VIDA.



El pedaleo continuó y continuó hasta las 14 horas en donde el tráfico comenzó a espesarse de tal forma que mis nervios se encresparon como rara vez durante el viaje. Autopistas como solo había visto en Lima (Perú) y en Santa Fe (Argentina) comenzaban a fundirse y dividirse unas de otras. Arterias principales de tránsito llevaban buses y automóviles públicos y particulares de una punta a la otra de esta inmensa ciudad a velocidades mínimas autorizadas de 50 y máximas de 90 o 100kms/h.

Fotos del recorrido hasta antes de entrar a Guayaquil ya que era un suicido pararme a sacar fotos o tan siquiera, soltar una mano del manillar.


Ver además el video haciendo click aquí





Reconozco haber estado muy preocupado con el tránsito e intenté pedalear lo más rápido que pude para ir lo más posible a la par del tránsito, pero pese a que nunca nadie me tocó bocina, estaba muy nervioso igual. Pasé por el costado del aeropuerto internacional de Guayaquil y claro, todo el tránsito entrante y saliente de éste también pasaba por esa autopista y me "codeaba"







Pude dar con 3 compañías de bomberos diferentes en las que me negaban el acilo; varias horas (3 a 4 horas) hube de pasar hasta que en una, en la cuarta, compadeciéndome de mi demacrada cara de cansancio, dolor en las piernas luego de los nervios pasados y el largo y rápido pedaleo con viento en contra me dijeron que tenían prohibido pero que me dejarían descansar allí. La única condición era que saliera temprano antes de que llegara el cambio de guardia a las 7am y ellos tuviesen que dar explicaciones extras.

Un buen baño, un poco de conversación con mis nuevos amigos, un segundo desayuno y un almuerzo paralelo y salir a recorrer el centro de Guayaquil. En algún momento me dieron ganas simplemente de sentarme en el lugar donde estaba parado, estaba muy cansado. Había consumido completamente mis energías, las de reserva e incluso, ¡las del futuro!

Caminé hasta el final de la avenida 9 de octubre y volví al cuerpo de bomberos Nº18 luego de una excursión por las diferentes iglesias y parroquias que muy bonitas se mostraban repletas de gente coloreada, ostentosa, exuberante y muy arreglada.

Me llamó mucho la atención dos cosas.
Jesús el maestro, allí estaba, en la cruz, destripado por y para los humanos, despojado de todos sus posibles bienes materiales.
Jesús también estaba allí parado en otro monumento, con una especie de túnica larga, marrón y rotosa con la mano sobre la cabeza de la prostituta. Pero la gente allí parada estaba perfumada, con peinados extravagantes, producidos como para actuar en Hollywood y también, en la Tierra que supuestamente Dios creó para nosotros.
Tiraban las bolsitas de sus palomitas de maíz (pop corn) a la Tierra que Dios hizo en 6 días, asistían a la casa de Dios con sus elegantes autos de 8 cilindros contaminando la Tierra que Dios fundó para ellos, para nosotros.

Se me ocurren dos cosas también a estas impresiones que me llevé de esta artificialmente luminosa ciudad. La primera es la hipocresía en la que vivimos de creernos o decirnos católicos, golpearnos el pecho con piedras y luego, arrojárselas a otros en la cabeza, a los prójimos que debemos amar como a nosotros mismos. La segunda es la inconsciencia en la que vivimos que predicamos, peregrinamos y hasta nos decimos católicos, cristianos y somos una verdadera mierda de ejemplo para quien nos ve. Creo yo que la solución, es dejar de mentir pero sobre todo, dejar de mentirnos ó, otra Arca de Noé…

Con esa triste impresión me volví. Y digo triste porque aún no logro llegar a entender lo condicionado que pude estar o sin duda, puedo aún estar por mi pasado que yo mismo, era de los que iban a misa y luego golpeaba a mi hermano en la espalda con mis puños hasta dejarlo sin aire. No puedo entender a qué clase de instituto católico fui en el que no me enseñaron a cuidar y respetar la vida, la mía, la de la hormiga, la del prójimo, la de la Pachamama, la de Dios.

A la mañana siguiente y para ahorrarles explicaciones, problemas o malos ratos a mis amigos bomberos cuando cambiaran la guardia me fui de esa ciudad rumbo al oeste muy temprano. Mi intención es llegar a Progreso o a Zapotal.



Al salir de Guayaquil, un 25 de diciembre como era de esperarse, no estaban ni los loros en la calle. Algún bus pasaba semi-vacío cada tanto. Encontré una panadería abierta a las 6:53am y me abalancé sobre ella. Compré 6 pancitos y con agua me los fui engullendo.

Durante la salida si pude tomar algunas fotos incluso, una interesante foto de la universidad a la que asistí en Chile cuando estudiaba la carrera de técnico en electrónica allí. Ésta es la Universidad Federico Santa María conocida aquí igual que en Chile por las siglas USM.



Como mencioné mi idea era llegar a Progreso donde había cuerpo de bomberos pero, en la Nº18 de Guayaquil, donde había pasado del 24 al 25 y me habían sugerido que me quedara en Zapotal que era más chiquito pero que no iba a haber ningún problema de quedarme allí. Incluso me dijeron que mencionara que ellos me mandaban.

Durante el trayecto disfrute de mucha paz en la ruta y de algunas increíbles criaturas que enjauladas y todo, me obligaron a fotografiarlas cosa que detesto.



Desayuné a mitad de la mañana, como a las 9 am en un parador de la ruta que comí unos ""bolón" con unas tortillas. (todo era de banana a excepción de uno de los bolones que era de yuca). Me acompañó una Inca Cola que pedí pues estaba muy bajo de azúcar (y bastante deshidratado) y allí no vendían Gatorade, leche o nada útil realmente.

Llegué bastante cansado, deshidratado y ensopado en transpiración por el calor, la humedad y el viento a Progreso. 62 kilómetros me separaban ahora de Guayaquil y unos 20 kilómetros de Zapotal. Me detuve para comprar un Gatorade que me ayudó mucho (parezco las propagandas de estas bebidas de mierda tapizadas de químicos)



Ya que esto me dio un pico extra de energía, decidí aprovecharlo y adelantar veinte-pico de kilómetros más para completar algo razonable en un día (unos 80 kilómetros)
Crucé por 5ta vez el kilómetro número 99 en la historia del viaje que, para mi tiene un significado especial pues fue la primer foto que me tomé en un mojón o "marcador" de kilómetro sobre la ruta en Maldonado, Uruguay y ahora, cada vez que me cruzo con uno de esos 99 kilómetros me detengo y le dedico un momento de reflexión y respeto a ese recuerdo.



A pesar de que ya han pasado más de siete mil ochocientos kilómetros de esos primero 99 kilómetros, aún recuerdo esa sensación en el segundo día de pedaleo por el oriente uruguayo

Esa parada me hizo perder de alguna forma el ritmo mediocre que traía de pedaleo y me costó mucho retomar. Todas mis energías estaban en el recuerdo, en la memoria en vez de en El Presente.

Retomé como pude el pedaleo y a los pocos kilómetros apareció la siguiente frase que me animó mucho.



Llegando a Zapotal, se detuvo un auto con una joven manejándolo. Me hizo señas que parara y cuando esto ocurre –que es muy frecuente- hago caso omiso e incluso pongo cara de "poco amigable".

Me detuve creo yo que porque terminaba una cuesta interesante con viento en contra y quería recuperar el aliento. No tenía ganas de hablar ni nada de eso así que me limité a bajarme de la bicicleta y caminar unos metros hasta donde estaba el auto.

De la ventana del conductor sale una mano con guantes de ciclista (el auto traía una bicicleta en el portabicicletas del baúl) y junto con la mano sale una botella de Gatorade roja…

Miré a este ángel que me bajaban del cielo y me hizo unas preguntas de rutina estirándome el santo grial… digo… la botella de Gatorade. La acepté con mi mayor gesto de agradecimiento y tras la botella vino un mango gigante que recibí con mi otra mano. La chica me dijo si iba para Salinas; le dije que sí pero que ahora solo quería llegar hasta Zapotal.

Luego de unos pocos minutos, ella siguió su camino y yo el mío tomando el cáliz…. El brebaje obsequiado.

Enseguida, en esa misma bajada apareció una nueva subida con un cartel en la cima que decía Zapotal. Me llamó la atención que el cartel fuera tan pequeño pero ya no me quedaban más energías así que me tiré en la bajada subsiguiente y ya sin saber cómo apoyar mis hermosas nalguitas sobre el asiento bajé medio de costado, sentado sobre los tríceps femorales alternándolos.



Al llegar al pueblo constaté una y otra vez lo que más me temía. Era un pueblo de unas 100 casas y no había bomberos…

Con tranquilidad pero al tiempo desesperado reposé en una tienda mientras me refrescaba con agua que allí me regalaron. Pensaba y no podía creer lo ocurrido, era como que por un lado me quitaban lo que me daban. Estaba digamos que… entre que sorprendido, confundido y molesto.

Como me ocurre frecuentemente, ante esta situación algo en mí me dice:

"Pablo pará de putear y de quejarte, pará y respirá profundamente 4 veces, mirá hacia arriba y sonreíle al Universo, él te lo está mandando todo para ti, vos necesitas esto aunque no lo quieras, aunque ahora no lo entiendas"

Le hice caso a mi sexto, séptimo o vigesimonoveno sentido y me subí a la bicicleta. Comencé o mejor dicho, recomencé el durísimo pedaleo hasta no sé dónde. Iba sin rumbo, sin destino. Simplemente fluía hasta que al retomar la carretera principal a los pocos kilómetros me alcanza nuevamente el auto con la chica y se baja, saca su bicicleta y me dice para donde voy…

Le dije que iba hacia la costa, hacia el pueblo más cercano que hubiera y ella me sugiere que llegue a Santa Elena. Pedaleamos varios kilómetros juntos hasta que ella se adelantó ya que no llevaba 65 kgs consigo y además, llevaba una muy buena bicicleta.

A 5 kilómetros de llegar al pueblo, me alcanza otro ciclista (debido que había parado a comer el mango y soltar nuevamente los frenos traseros ya que había roto otros dos rayos), amigo de esta chica que venía en el auto y me explica que están yendo a un encuentro de ciclistas en Salinas (costa oeste ecuatoriana) y que me felicitaba por mis piernas.

Le dije lo mismo que le digo a todos: "mis piernas no serían nada sin mi cabeza y ésta, no sería nada sin la voluntad; de todas formas, gracias"

Me estiró dos barritas de cereales que me trajeron muchos recuerdos de cuando yo vivía en Estados Unidos y en el gimnasio junto al buen amigo Jason las consumíamos como pasto las vacas. Se las acepté por supuesto ya que me venían muy bien y cuando levanté la vista, ya estábamos entrando a Santa Elena.



Rápidamente se despidió de mí ya que enlentecía mucho su ritmo y yo me fui a buscar bomberos. Inmediatamente los encontré y constate que había recorrido 130 kilómetros desde Guayaquil hasta aquí, donde hoy 27 de diciembre me encuentro.

El camino fue sumamente sacrificado y ahora ya más descansado solo puedo asegurar que…¡valió la pena!.

A través de Couchsurfing (que ya he explicado qué es) busqué ayer quienes me pudieran dar alojamiento en La Libertad o Salinas ya que, -este último- es un lugar sumamente turístico y difícilmente los bomberos (según sus propios compañeros de Santa Elena me dicen) me van a dar alojamiento.

Hace media hora estaba sentado, escribiendo lo que está más arriba y sonó el teléfono del cuerpo de bomberos de aquí. Me avisan que es para mí. Era uno de los 8 que les escribí para ofrecerme su casa. Sabiendo por lo que yo le escribí que estaría aquí, en Santa Elena hasta hoy o mañana, buscó el teléfono y me llamó para hacerme saber que me había enviado un mail con las indicaciones para llegar a su casa en Salinas.

La vida sigue sorprendiéndome...

El pueblito es muy bonito y muy bueno también, es que alguien no le puso contraseña a su internet inalámbrico y ayer pasé toda la tarde conversando con la querida excompañera de viaje Jazmín (con quien inicié este viaje en bicicleta) y con mi hermano desde las 18 hasta las 23 horas

He recorrido y tomado algunas fotos en Santa Elena que también compartiré aquí. Me gustó mucho una iglesia que tiene este pueblo en la plaza principal toda hecha de madera (la fachada) y con muchos colores en su interior.

Aquí hay algunas fotos de Santa Elena, un tranquilo y muy confortable pueblito.






Explicación de algunas fotos:
El gatito de las fotos es la fiera "Misi Fú" de la compañía de bomberos de Santa Elena. Las figuras que está haciendo el Mayor en cartón, son parte de una costumbre que existe aquí en Ecuador, una tradición que a fin de año de queman y según dicen, esa gente en "honor" a quien está hecho ese maniquí se "compone" es decir, se arreglan sus fallas. Averiguaré más y luego contaré más al respecto.

Siguiendo con el recorrido saldré mañana para lo de Santiago en Salinas que queda muy cerca de aquí (3 kilómetros más o menos) y seguiré los cuentos seguramente el próximo año. (en 4 días)

NOTA: Me adoptó en Ponce Enríquez como padre una plaga de hormigas pequeñas que intentaban apropiarse de la cucharada y media que me queda de miel que compré en la selva del Chapare boliviana y desde Cochabamba vengo cargando. Logré explicarle a algunas de ellas que no podía llevar más peso, pero algunas abordaron escondidas en el vuelo ciclista entre la carga y aún ahora, en Santa Elena, me acompañan junto con una pulguitas simpáticas que viéndose huérfanas y desqueridas por un pequeño gatito que aquí mora se unieron al equipaje. Ya veré como las convenzo, quizás un poco de humo en los festejos de fin de año las intimide un poco.


Reflexión de diferentes fuentes y modificada a mi gusto concluyendo un año más de aprendizaje.

La Vida, algunos la arriesgan, otros buscan entenderla, averiguar su origen, o comprender sus secretos y diferentes aspectos multidimensionales.
La Vida, hay quien busca hacerla interesante y recorre el planeta enfrentando desafíos, aprendiendo de su mundo, compartiendo-se en la eterna Existencia, descubriendo otros Universos inimaginables.
Cualquier aspecto de la vida me apasiona por eso, es sagrada, es un juego sagrado, una aventura irrepetible, única e irrepetible.
La Vida es perfecta, sabrosa, repleta de los colores que elijamos ver, resplandeciente de armoniosas notas que escogemos sentir y por eso para mí, la vida está tan llena de Vida, porque soy yo el que elijo lo que quiero ver de ésta.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.

Aquí les dejo de regalo de Papá Noel una hermosa letra de quien fue un grandioso Ser Humano; Mercedes Sosa, argenitna.



Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio dos luceros que cuando los abro
Perfecto distingo lo negro del blanco
Y en el alto cielo su fondo estrellado
Y en las multitudes el hombre que yo amo

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado el oído que en todo su ancho
Graba noche y día grillos y canarios
Martirios, turbinas, ladridos, chubascos
Y la voz tan tierna de mi bien amado

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado el sonido y el abecedario
Con él, las palabras que pienso y declaro
Madre, amigo, hermano
Y luz alumbrando la ruta del alma del que estoy amando

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la marcha de mis pies cansados
Con ellos anduve ciudades y charcos
Playas y desiertos, montañas y llanos
Y la casa tuya, tu calle y tu patio

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio el corazón que agita su marco
Cuando miro el fruto del cerebro humano
Cuando miro el bueno tan lejos del malo
Cuando miro el fondo de tus ojos claros

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto
Así yo distingo dicha de quebranto
Los dos materiales que forman mi canto
Y el canto de ustedes que es el mismo canto
Y el canto de todos que es mi propio canto

Gracias a la vida, gracias a la vida




Namasté

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